Adaptación de una conversación con Luis Hernández Navarro realizada en la
Reunión de Coordinación de la Constituyente Ciudadana-Popular, el 20 de agosto de 2016
en la Casa de la Solidaridad, Ciudad de México.
Como en su momento señaló el Tribunal Permanente de los Pueblos – Capítulo México, nuestro país vive una grave crisis de desviación de poder y de Derechos Humanos. El hecho no es nuevo pero se ha agravado dramática y aceleradamente en los últimos meses.
Desafortunadamente nada nos permite suponer que lo que vamos a vivir los meses próximos no va a ser todavía peor. Basta ver las advertencias que desde el Gobierno Federal se mandaron al movimiento magisterial para forzar su regreso a clases, el reciente asesinato de dos muchachos en Ayotzinapa, la campaña para dar el premio Belisario Domínguez a Gonzalo Rivas, los feminicidios en el Estado de México, y tantos hechos más.
Mientras tanto, la caída en la opinión pública de la aprobación de la figura presidencial parece no detenerse. Los niveles de desaprobación son permanentes y sostenidos. En el mejor de los casos las encuestas marcan un 23% de aprobación: Cada mes disminuye más y más. No hay precedentes de algo así en la vida política reciente. Aunque aún no se hace público el impacto que tuvo en estos niveles la invitación a Donald Trump para venir a México y el trato que se le dio, puede suponerse que las profundizó. De ello dan cuenta las dos jornadas de movilización para exigir la renuncia del Presidente. La primera, el 15 de septiembre, y la segunda, durante los conciertos del músico Roger Waters.
Se trata de un nivel de deterioro que ha estado acompañado de conflictos fuertes con actores que en el pasado sostuvieron a Enrique Peña Nieto. Ese es el caso de las altas jerarquías de la iglesia católica, que le han quitado su apoyo luego de que el mandatario anunció su intención de legislar para aprobar el matrimonio igualitario. Algo similar ha sucedido con el sector empresarial, que confrontó con el gobierno, primero por la aprobación de la Ley 3 de tres, y después por la forma de tratar el conflicto magisterial y los intereses que están en juego a partir con la “reforma educativa”. Los dueños del dinero exigieron represión y restitución del orden a cualquier precio.
Estos divorcios y caída se dan en un contexto de abierta disputa por la sucesión presidencial. La confortación fue evidente entre el, hasta hace poco Secretario de Hacienda, Luis Videgaray -quien ostentaba el poder real en el Gabinete de Gobierno- y el Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong. Videgaray pudo imponerse en posiciones claves de gobierno. La última fue la presidencia del PRI (donde fue designado para dirigirlo a un no-priísta está) como pieza fundamental del Secretario de Hacienda. La renuncia de Videgaray lo deja con nulas probabilidades de ser candidato, por el entorno económico. Y es que, por cuarto año no ha habido crecimiento económico, la devaluación del peso es imparable, y los niveles de carestía e inflación han aumentado. Aurelio Nuño quedó inhabilitado como candidato después de los sucesos de Noxchitlán y del pésimo manejo del conflicto magisterial. Como relevo aparece ahora José Antonio Meade, ex Secretario de Desarrollo Social y nuevo secretario de Hacienda, quien avanzó en la carrera haciendo declaraciones alrededor del conflicto magisterial. Un episodio que refleja la estrategia es el asunto del “Puente Aéreo” para enfrentar el “desabasto en Oaxaca”. De su lado se encuentran personajes tan importantes como José Ramón Narro, Secretario de Salud de la Nación y Mikel Arriola, Director del IMSS -segunda caja de recaudación económica del país-. Allí están desde el no-priísmo fabricando esa candidatura. Otro aspirante que avanza en la carrera es el gobernador del Estado de México Eruviel Ávila.
En este escenario es inevitable preguntarse por los términos en los que se resolverá finalmente la sucesión presidencial al interior del PRI. No debemos obviar los niveles de violencia con los que tradicionalmente suelen resolver esas pugnas.
La sucesión presidencial irá el conjunto de la vida política y económica. Los próximos dos años serán, con toda seguridad, aún más violentos. La lucha por el poder de los arriba será rapaz. Desde abajo lo que aparece con más claridad es la enorme importancia que adquirió el conflicto magisterial, transformándose en un fenómeno inédito. Encontramos cinco factores que lo convierten en tal:
1) Su transformación de Movimiento Magisterial a Movimiento Popular, que incluye no sólo a maestros, sino también a padres de familia y múltiples expresiones de organizaciones sociales. Una parte muy importante del descontento social ha encontrado en el conflicto magisterial la vía para canalizar y expresarse. Los encuentros entre maestros, padres y madres de familia y organizaciones son un fenómeno muy relevante, en cuanto a magnitud, combatividad y las estrechas relaciones entabladas entre los sectores involucrados. Algo que no habíamos visto en el pasado ni en otros lugares. Particularmente notable fue lo sucedido con el magisterio chiapaneco. Chiapas se colocó fuera del control estatal.
2) El enorme protagonismo del mundo religioso, no sólo de los sectores que brindan su solidaridad constantemente – como nos tiene acostumbrados el Obispo Raúl Vera- sino incluso de obispos conservadores que han expresado su apoyo y solidaridad o por lo menos convicción de que es necesaria una salida negociada. Ese apoyo viene también de denominaciones evangélicas, que no han mostrado su rostro públicamente, pero que desde abajo están llevando su apoyo.
3) Los empresarios convirtieron el conflicto en una abierta expresión de lucha de clases, nítida y beligerante. Ellos, como dueños de la reforma, han respondido exigiendo mano dura y represión contra los maestros, después de que fueron ellos los que comenzaron con la campaña de desprestigio y estigmatización de los mismos. Debido a que sus intereses económicos están siendo puestos en juego constantemente, el carácter de lucha de clases que está adquiriendo este conflicto se manifiesta de una forma inédita, por lo menos desde 1994 con el zapatismo hasta esta parte.
4) Su permanencia en el tiempo. De manera general, desde el 2013 se viene sosteniendo la lucha de manera ininterrumpida. En lo particular, con el Paro indefinido comenzado el 15 de Mayo el paro indefinido, y que se prolongó a lo largo de 124 días. Ni las vacaciones lo desmovilizaron, muy por el contrario se sostuvo con mucha fuerza. Esa persistencia -aún con un movimiento en Oaxaca descabezado debido al encarcelamiento de su dirigencia- lo convierte en un caso cuya potencialidad de transformación es sorprendente.
5) Es también inédito porque a pesar de la enorme campaña de mentiras en su contra, ha logrado revertir la ofensiva y comenzar a sumar a intelectuales, a ciertos sectores de clase media, a figuras reacias en general a los formas de la CNTE. Intelectuales de renombre como Pablo Gonzalez Casanova o Adolfo Gilly. Especialistas educativos, que antes se mostraban lejos de la Coordinadora, ahora se acercaron en apoyo.
Los estados de Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Michoacán se ven inmersos en un contexto de completo descontrol social y movilización. Allí se vio un anticipo de un nuevo orden. Son esos estados donde se está avanzando en el tendido de una Nueva Constituyente, entendiéndola como una construcción desde abajo, ubicando al pueblo como sujeto del nuevo orden social, que ejerce poder popular a través de su soberanía. No sabemos cuál es el desenlace de esta anticipación, pero sí que allí está el germen hacia una conciencia masiva de que lo que no funciona y que es necesario avanzar en la constitución de algo nuevo.
Por otro lado, hemos visto también una reanimación del Movimiento Campesino tradicional, articulado en las centrales y viejas coordinadoras, que se movilizan en fechas conmemorativas y con el fin de negociar proyectos económicos y recursos para sus organizaciones. Si al principio del sexenio se luchaba por un Nuevo Pacto, expresado en la repetición de la experiencia del Movimiento “El campo no aguanta más”, hoy sus dirigenctes buscan negociar sus recursos a través de créditos, programas de vivienda, entre otros.
Mientras tanto siguen desarrollándose una gran cantidad de movimientos al rededor de lo indígena. Ese polo, que representa el mundo del zapatismo y de la Sexta Declaración, está presente y muestra convocatoria y autogobierno en diversas regiones, y sigue manteniendo una gran ascendencia en buena parte del mundo indígena que lucha y se organiza -incluso y con fuerza más allá de Chiapas-. Ahí es interesante advertir que el campo del zapatismo también se sumó a la solidaridad del Movimiento Magisterial, haciendo a un lado las diferencia con la dirección del Movimiento, haciendo hincapié en que este era el momento de la lucha de los maestros. Esto le imprimió otra dinámica al movimiento en general.
Tenemos también la enorme crisis, que mencionába-mos en un comienzo, en el terreno de los derechos humanos, especialmente en torno a la lucha por la presentación con vida de los 43. En esa movilización se encontró durante cuatro meses un espacio de confluencia. Sin embargo, hoy, aunque la movilización y parte de la confluencia permanecen, han perdido la capacidad de convocatoria. De esta forma, en un momento de enorme crisis de los DDHH, donde más que nunca se requeriría de un polo ético con capacidad de convocatoria, pareciera que este polo no existe. Por supuesto están las ONG que acompañan e internacionalizaron la lucha, pero nadie logra cumplir la función de aquello que fue la Asamblea Nacional Popular. Nadie parece ser capaz en este momento de enorme crisis, de iniciar una iniciativa que unifique y convoque. El espacio de denuncia y lucha en torno a los DDHH sigue fragmentado y responde a una lógica de pequeños grupos que si bien colaboran, tienen con frecuencia sus trabajos y compromisos ligados a quienes los financian y no responden a una lógica de construcción de un movimiento más general.
Todo esto posiciona a la Constituyente Ciudadana Popular como un vértice clave en esta idea de que hay que reconstituir el país y avanzar sobre una constituyente.
Dentro de todo este marco, Morelos parecía haberse colocado como un laboratorio de lo que hoy puede suceder en otros lugares del país. Así como el movimiento magisterial se mostró como anticipación de los movimiento sociales, lo de Morelos era una experiencia interesantísima de confluencia entre la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), el mundo religioso, la figura de Javier Sicilia, en lucha contra un gobernador corrupto como Graco Ramírez, que en esta vida política tan enredada se presenta como “de izquierda”. Mucho del futuro de lo que suceda en Morelos va a depender de lo que suceda con la lucha social en general. Las dudas y desafíos que surgen giran en torno a las formas organizativas que adquirirá el movimiento y su potencialidad. Es preciso acompañar y apoyar este proceso.
En resumen creo que estamos enfrentándonos a un panorama de caos, incertidumbre, confusión social, violencia, enorme manipulación mediática, en los que proyectos como las Constituyente Ciudadana-Popular aparecen como más relevantes que nunca: en este momento embrionario, cuenta con la capacidad de posicionarse como referente ético y como conducción, abriendo el horizonte hacia donde hay que caminar.