La historia de nuestro pueblo muestra que cuando nos unimos en la lucha no hay tirano que nos someta. Sin embargo, nos quieren hacer creer que estamos condenados a obedecer las reglas y manipulaciones de un sistema político que ha entregado nuestra soberanía al mejor postor.
Hace poco más de cien años, un grupo de campesinos demostró que la historia no está escrita de antemano y que el único camino verdadero es el que traza el pueblo. Así fue como México transformó en una posibilidad la revolución en América Latina. Por entonces, los intereses mezquinos y traidores de la clase política eran evidentes, aunque no tan salvajemente explícitos como hoy en día. Por entonces, la invasión norteamericana se había robado la mitad de nuestro territorio y ya sus intereses económicos se habían mezclado con los de los políticos mexicanos de turno. Entonces, aquellos que no tenían tierra ni libertad decidieron hacerse cargo del curso de la historia, respondiendo a las necesidades y gritos del pueblo levantado.
Ellos, ellas, nuestros padres y abuelas, dejaron escrita una Constitución que se transformó en la más avanzada en cuanto a derechos populares, libertades políticas y soberanía nacional en América y el mundo. La Constitución significó el compromiso de todos en hacer de ella la herramienta que evitaría cualquier tipo de atropello a los triunfos alcanzados por la revolución, a la verdadera voluntad del pueblo. La Constitución fue la letra escrita que condenaría a todo aquel que pusiera sus intereses por encima de los de la nación. La Constitución era la fotografía de un proceso de lucha, de entrega y revolución del pueblo haciéndose cargo del poder, era la prueba de la victoria.
Hoy algunos repiten la frase de Flores Magón “la constitución ha muerto”, y nosotros la repetimos, aunque agregamos que aún no fallece del todo, que la están matando sí, pero que una vez más nos toca a nosotros, al pueblo levantado, a los hijos de Hidalgo, Morelos, Jacinto Canek, Juárez, Flores Magón, Juana Belén, Villa, Zapata, Carmen Serdán, Rubén Jaramillo, la Comandante Ramona, Don Samuel Ruíz, reencontrarnos y unir nuestras fuerzas demostrando que van más allá de las que el sistema político actual permite. Una vez más, otro 5 de Febrero el pueblo demuestra que no hay traidor ni imperio que pueda con la verdadera raíz de los que dignifican y defiendan al México de todos.
“La Constitución ha sido herida de muerte y está renaciendo en la voz del pueblo”