Se dice en la Constituyente …
Como sabemos Estados Unidos siempre ha tenido una política migratoria a conveniencia de su economía, normalmente racista, pero en los últimos dos meses el gobierno de Trump ha desatado una guerra de exterminio contra las familias migrantes que allí residen, separado de sus padres a más de 2,300 menores de edad de entre 3 y 17 años para enviarlos primero, a centros de detención y luego a “albergues”. Las consecuencias han sido dramáticas. En estos momentos nadie sabe con exactitud dónde se encuentran los niños que han sido violentamente arrebatados de sus familias. La respuesta de las autoridades migratorias, abogados y jueces norteamericanos es la evasión, la complicidad y la burla, mostrando su total desprecio por la vida y la dignidad humanas.
En Estados Unidos se repite la triste y brutal historia de cualquier guerra, el sufrimiento de miles se ha convertido en el negocio de pocos. Los albergues donde actualmente residen los más de 2300 niños forzosamente arrebatados a sus familias son administrados por empresas privadas contratadas por el Departamento de Salud y Servicios Humanos, los cuales se han convertido en un negocio multimillonario.
La crisis humanitaria en Estados Unidos ha adquirido tales dimensiones que en todo el mundo se han volcado a las calles miles de personas y organizaciones repudiando la política racista y xenófoba del gobierno norteamericano, incluso el mismo Vaticano y gobiernos aliados han reprobado tal política. Obligado por las protestas y los señalamientos de organizaciones internacionales de derechos humanos, Trump ha emitido una orden ejecutiva para supuestamente poner fin a la separación de familias, lo que ahora se convertirá en una política de segregación y encarcelamiento de familias completas en las instalaciones de empresas privadas, en sus “centros de detención” y complejos militares.
Hace un par de días, la agencia migratoria ICE declaró estar buscando ampliar su capacidad de detención para acomodar a 15 mil familias, mientras que el Pentágono está preparando lugares en bases militares para 20 mil migrantes detenidos. Los albergues y centros de detención recuerdan a algunos de los eventos más desgarradores y lacerantes de la historia de la humanidad: los guetos y campos de concentración orquestados por los nazis y el imperialismo norteamericano en Medio Oriente y América Latina como medio para la aniquilación y reducción de poblaciones enteras. Se han denunciado a nivel internacional las infrahumanas condiciones que imperan en estos centros de «detención» al punto de que a muchos infantes se les están administrando drogas psicotropicas para «tranquilizarlos», al mismo tiempo que se multiplican las denuncias por la violencia física, abusos sexuales y otras torturas por parte de los custodios de dichos centros.
El gobierno norteamericano cocina en las entrañas del monstruo y germen de su destrucción. Las políticas racistas y segregacionistas gringas del siglo pasado fueron el caldo de cultivo en el que se gestaron los movimientos populares más amplios y radicales en la historia de Estados Unidos. La soberbia y aparente fortaleza interna del gobierno norteamericano está ahora desmoronándose. Sale a la luz un burocratismo esquizofrénico que desconoce sus propios laberintos y es incapaz de responder al insistente cuestionamiento de miles sobre el paradero de los menores separados de sus familias. A esto se suma la guerra comercial que ha iniciado el gobierno trumpista al imponer aranceles a prácticamente todos los países con los que Estados Unidos sostiene relaciones comerciales, especialmente a Rusia, China y sus socios geopolíticos; su salida del Consejo de Derechos Humanos de la ONU y su negación a implementar políticas que reviertan la emisión de gases de efecto invernadero causantes del cambio climático global; así como la contradicción existente entre su promesa de generación de empleo para los trabajadores industriales desempleados (la mayor parte de sus votantes) y el fomento de un desarrollo tecnológico que demanda la automatización de los procesos de producción y prescinde cada vez más de la mano de obra. Cabe mencionar que el único sector en que difícilmente la mano de obra será sustituida por las máquinas es el de servicios, que implica una atención personal, por ejemplo, el cuidado de niños y ancianos, que además es cubierto mayoritariamente por trabajadores inmigrantes.
A pesar de sus hipócritas declaraciones de rechazo a las políticas de tolerancia cero implementadas por el gobierno de Trump, el gobierno mexicano ha sido cómplice y ejecutor de la detención, tortura y asesinato de miles de migrantes que desde hace decenas de años arriesgan su vida tanto en territorio mexicano como norteamericano en su búsqueda de empleo y mejores condiciones de vida. El mismo papel lo están jugando la Organización de Estados Americanos (OEA), la ONU y la prensa internacional que ni siquiera hacen un pálido señalamiento por tan criminal política, asumiendo entonces un papel cómplice de este genocidio en marcha.
La Constituyente Propone …
Ante la gravedad de estos acontecimientos es fundamental que todas la organizaciones de derechos humanos y organizaciones populares, tanto en Estados Unidos como en toda América Latina nos movilicemos en defensa de la integridad de las niñas y niños detenidos y separados tan inhumana y bestialmente de sus familias, asimismo necesitamos seguir denunciando por todos los medios a nuestro alcance al gobierno terrorista de Donald Trump, que está dando cátedra de autoritarismo, antidemocracia e irrespeto por la vida de las personas, poniendo en absoluta evidencia la esencia racista del gobierno yanqui enemigo de la humanidad. Pero más importante que todo es tejer lazos de solidaridad entre los pueblos pobres y oprimidos de todo el continente, porque somos nosotros quienes con nuestro trabajo y nuestras vidas sostenemos la enorme maquinaria de la que unos pocos gozan los beneficios. Es tarea nuestra unir fuerzas para construir un nuevo proyecto continental donde la defensa de la vida y dignidad humanas sean el horizonte que nos anime a echar andar la potencia inmensa de nuestros pueblos.
En ese sentido, celebramos y nos solidarizamos con la Campaña de los Pobres (Poor People’s Campaign) de Estados Unidos, el cual es un movimiento a nivel nacional que busca visibilizar y transformar las condiciones de racismo sistémico, pobreza y marginación, devastación ambiental y decadencia moral que imperan en dicho país. El pasado sábado la campaña realizó una movilización masiva en Washington, D.C., con la cual concluyó una jornada de 40 días de lucha, en la que se llevaron a cabo cientos de protestas y actos de resistencia civil pacífica en más de 30 estados, uniendo a miles de personas para construir un país donde exista verdadera justicia, democracia e igualdad.