Boletín semanal 15/01/2018
Editorial
Nuestras luchas son las luchas por la tierra, contra el despojo territorial y la vida. Desde los rincones donde estamos, el avance arrasador de los megaproyectos que niegan nuestra soberanía como nación y nuestra subsistencia como pueblo, hemos emprendido luchas que se han convertido en constantes resistencias que permitieron unificar el descontento, potenciarlo e incluso en algunos casos frenar la devastación en esa región.
Nuestra persistencia y la clara convicción de que pelear por defender el territorio que habitamos y la madre tierra que nos da la vida, nos ha volcado a sostener de forma empedernida esos frentes de batalla. Es el caso de los basureros ultra contaminantes que desde decenas de años el gobierno estatal -en colusión con el federal,- obviamente- instalaron en Temixco y Xochitepec (Morelos) y que se han logrado frenar gracias a la lucha que entre tantos, nuestras compañeras maestras de Alpuyeca, han sostenido sin claudicar, como lo hacen nuestros compañeros en General Cepeda (Coahuila) contra el basurero tóxico de desechos industriales. O el caso de los compañeros y compañeras de Mexicali (Baja California) que han desenmascarado la complicidad que entre gobierno y multinacionales (como Kiko Vega y Constellation Brands) existe, y que -mediante una lucha intensa y sostenida- han logrado frenar el robo del agua para la super producción de una empresa cervecera, cuyo interés no radica en absoluto en cubrir las necesidades de la sociedad, sino todo lo contrario. También es el caso de la pelea incesante y radical que dieron y siguen dando nuestros compañeros del Movimiento en Defensa de la Loma en Morelia (Michoacán) contra la construcción de una autopista que destruiría el último y más importante pulmón que tiene esa ciudad capital. Autopista que está concesionada -¡oh casualidad!- a la empresa Aldesa, misma que construyó el nefasto y bañado de corrupción y muerte paso express en Cuernavaca (Morelos). Lo mismo sucede con la lucha que nuestros compañeros en Monterrey (Nuevo León) emprenden contra la superexplotación que se hace de los suelos por el Fracking, provocando estragos en el terreno y las viviendas cercanas y contaminando infinitas cantidades de agua para lograr ese tipo de extracción.
Estos son algunos de nuestros frentes de lucha, no son meras batallas ambientales, sino luchas por controlar nuestros territorios y recursos, recuperar nuestra soberanía y controlar nuestro espacio y su destino. En los procesos de resistencia, donde se cuestiona el poder político y económico responsables de la devastación de nuestros suelos y nuestras aguas, la desregularización de la legalidad para el despojo, es por dónde camina la Constituyente. Estas luchas deben trazar como estrategia la lucha por el poder desde el pueblo y asumir la lucha local en conjunto con la nacional.
Las multinacionales y su cara política (el mal gobierno) pretenden destruir nuestra posibilidad de reproducción, robarnos nuestro pasado, quedarse con el presente y quitarnos la posibilidad de construir nuestro futuro. Es por eso que sabemos que el caminar de lucha es por la tierra, el agua y los bosques, y también por nuestros trabajadores y trabajadoras, nuestros maestros y estudiantes, nuestros ancianos, nuestros niños y juventud, nuestras mujeres y campesinos, nuestras compañeras y compañeros, nuestra bandera y nuestra historia.
Llevar la victoria hasta que el pueblo mande es garantizar el territorio, es mejorar la relación con la naturaleza, es refundar desde raíz. De lo contrario serán pequeñas batallas ganadas; pero nunca victorias decisivas.