Hoy, un periodista bastante conocido, en un programa de radio de otra periodista muy conocida, afirmó: “tiene fama de ser muy firme en sus creencias y ser poco flexible, una vez más está demostrando que cuando escucha argumentos es capaz de modificar sus puntos de vista. Bien por López Obrador que hace una corrección positiva, porque nos guste o no, y pese a los errores que han cometido, las Fuerzas Armadas forman parte de las últimas reservas de institucionalidad de las cuales disfruta el Estado Mexicano”.
Más allá de las opiniones de aquel, lo que cuenta es real. Recordemos que hace apenas unos meses AMLO prometía un cambio en la estrategia de seguridad argumentando que la solución a la “violencia” no sería por la violencia. Ahora el mismo anuncia que el ejército seguirá en las calles al menos otros 3 años…¿En lo que la policía federal se militariza? Esto último sumado a los fallidos foros por la pacificación en lo que se intentó convencer a las víctimas de que el mejor camino era la reconciliación, sin aspirar a conseguir la verdadera justicia peleada.
Pero además de un giro que podríamos sospechar, esto debiera ayudarnos por lo menos a reflexionar: ¿De qué violencia se habla? ¿A quién le exigimos justicia y por qué? ¿Qué significa para el pueblo mexicano el Ejército, esa “reserva de institucional” que le queda al Estado mexicano?
En sólo un mes se cumplirá un nuevo aniversario de Ayotzinapa y 50 años de la Masacre de Tlatelolco. Exigimos que aparezcan vivos los 43 y que se sepa cuántos desaparecidos y muertos las Fuerzas Armadas -con todos sus disfraces- se cargaron la noche del 2 de octubre de 1968. Pero ¿A quién? ¿A un Estado que quiere hacernos creer que sus fuerzas de seguridad velan por nuestras vidas? ¿A un gobierno que “corrige” sus principios antes mismo de asumir? ¿Qué significa la paz para nosotros?