EDITORIAL:
Violencia que justifica Ley de Seguridad Interior -y viceversa-
En los últimos meses hemos visto cómo las fuerzas de seguridad llevaron al máximo su capacidad de impunidad para atacar salvajemente a la población. En todos los rincones en donde nos encontremos, el diagnóstico es similar: el transitar por la vía pública se ha convertido en un bien de lujo.
La policía, los militares o las fuerzas de seguridad en general pueden prescindir de ser la cara visible de la represión directa, dando vía libre a que grupos delincuenciales de todo tipo -que además aparecen como externos a esa fuerza- violenten el tejido social. Esto para “justificar” y legitimar la presencia de la mano dura del Estado en las calles y el recrudecimiento de la “seguridad interior”. Lo que significa una sola cosa: guerra contra el pueblo.
En la ciudad de México por ejemplo, sólo en estas últimas semanas la persecución, represión, sometimiento, tortura y simples asesinatos -supuestamente en manos de “rateros”- a jóvenes que solo transitaban por la vía pública han sido pequeñas muestras de cómo se implementará aquel plan de terror a la población. Sin embargo, las aguas no parecen calmarse: no es la primera vez que el Estado juega esta carta. Probablemente sea de sus últimas y más brutales apuestas a someter por la fuerza -ya que por la vía del convencimiento les fue imposible- la fuerza del pueblo. El problema es que ellos no saben que la mecha ya se prendió del otro lado desde hace rato, y renunciar a nuestra libertad y a vivir dignamente no está ni cerca en los planes del pueblo mexicano.
