Hace unos días se encontró en Argentina el cuerpo de un joven que peleaba por la restitución de las tierras al pueblo mapuche, expropiadas ilegalmente por la transnacional textil Benetton con la fuerza del Estado argentino.
La lucha del pueblo mapuche data de hace siglos. A fines del 1800, el Estado argentino -asociado a compañías británicas- decidió usurpar las tierras del sur para llevar a cabo negocios de exportación de materias primas, que obviamente dejaría unas migajas para la nación y una fortuna para los extranjeros, y además debería hacerlo por medio del aniquilamiento de los pueblos originarios que ocupaban esas tierras desde siempre. La guerra que emprendió el gobierno de entonces contra el pueblo mapuche (mal llamada “campaña del desierto” haciendo parecer que esas tierras estaban deshabitadas) implicó el exilio forzado de muchos al otro lado de la Coordillera de los Andes, la esclavización en las industrias de sus propios expropiadores o el asesinato a mansalva de la mayoría. Básicamente un genocidio anunciado.
Sin embargo, la resistencia fue tal que continua hasta el presente. La lucha de los descendientes directos cuyos terrenos fueron expropiados ilegítimamente se hace presente:
Los Mapuche Atilio Curiñanco y Rosa Rúa Nahuelquir descienden de quienes poblaron la zona de la Estancia Lepa y Leleque. Los abuelos y padres de Atilio fueron contratados por el ferrocarril, trabajando en la estación Leleque, ubicada a pocos kilómetros de distancia. El cuadro conocido como “Santa Rosa” era entonces espacio de juegos y aprendizaje, de caza y de pastoreo de sus caballos. Rosa desciende de un cacique de Cushamen, paraje vecino, donde se realizaban grandes Kamarukos, ceremonias del Pueblo Mapuche. Cushamen fue una colonia donde se reagruparon familias Mapuche sobrevivientes de la guerra o que escaparon de presidios como los campos de concentración de Valcheta y Chinchinales, pues en gran medida murieron como mano de obra esclava de terratenientes en el Norte.
La unión de Atilio con Rosa generó una importante descendencia. En el año 2002 Atilio y Rosa ocuparon el cuadro “Santa Rosa”. A los tres meses, Benetton logró la orden de desalojo cautelar del juez penal de la provincia, luego destituido por el mal desempeño y desconocimiento inexcusable del derecho, en 2004. El desalojo fue violento, destruyendo todo lo que habían construido y sembrado. Sin embargo, tras la pelea el 14 de febrero de 2007 la Comunidad, entonces compuesta además por otras familias Mapuche, recuperó como tal la porción del territorio en cuestión.
La multinacional Benetton no se quedó quieta y apeló en varios oportunidades hasta que el Estado volvió a accionar en su favor. El resultado: la desaparición de Santiago Maldonado el 1 de Agosto de 2017 tras un desalojo violento y salvaje de las fuerzas de seguridad nacional en contra de una manifestación de menos de una docena de miembros de la comunidad.
76 días después de encubrimientos, jueces corruptos que ocultaron deliberadamente pruebas que incriminaban a los agentes de seguridad y a los altos mandos del poder judicial y estatal, complicidad de los medios de comunicación, silencio por parte del Estado o ridiculización del caso, su cuerpo se halló en un lugar que ya había sido rastrillado en 3 oportunidades sin haber encontrado nada.
Quienes lucharon estos meses por saber la verdad, por encontrar con vida a Santiago y sañalando al Estado como responsable fue su familia y el pueblo de pie pidiendo justicia y exigiendo su aparición, condición -hasta ahora aparentemente necesaria- para que existiera en Argentina una democracia.
Hace más de 40 años se terminaba en Argentina un ciclo de dictaduras militares de las más sangrientas y criminales de la historia de América Latina, que instalaron la figura del desaparecido: “ “ decía Jorge Rafael Videla, presiente defacto en la década del 70. Con el fin de esta y el comienzo de la democracia en la década de los 80s la consigna que levantó el pueblo argentino fue “Nunca más”. Nunca más desaparecidos, nunca más expropiación de bebés, nunca más genocidio.
Si bien el cuerpo de Santiago fue encontrado, no nos cansamos de gritar que el Estado es responsable no sólo de su asesinato por parte de las fuerzas de seguridad, sino de su desaparición forzosa por más de 70 días. Este Estado que es genocida, que viola el derecho de autodeterminación del pueblo mapuche, verdadero dueño de las tierras, que nos secuestra y nos desaparece, se jacta de actuar en una democracia. ¿Qué democracia? Una que no nos pertenece, una que en nada se parece a su definición original: gobierno del pueblo.
Con esto aprendemos en Argentina, una lección válida desde hace tiempo para México: que en su democracia, su falsa democracia, su democracia para pocos, su democracia de elecciones cada tanto, su dictadura de los poderosos, de las transnacionales y de la oligarquía vendepatria de siempre, sí pueden asesinarnos y desaparecernos, que ese puede ser su mecanismo de control.
El pueblo allá abajo del continente está de pie. Los que no tienen la tierra que les pertenece, pero cuentan con el poder de la palabra y la fuerza de su lucha, se levantan una vez más y se levantarán hasta vencer. Desde acá hacemos lo mismo, con la convicción de nuestro lado y la voluntad de hacerlo posible, que vale más que todas las balas que nos dedican o todas las mentiras de democracias que nos quieren hacer creer. La verdadera democracia será la del pueblo gobernándose a sí mismo.