Por Eduardo Arturo Valdez Richaud
El contexto socio-ambiental en el que se busca imponer el fracking en México se da en una situación de estrés hídrico muy agudo, debido a varios factores, entre ellos: escasez de agua, contaminación de acuíferos y cuerpos lacustres, acaparamiento y despojo de recursos hídricos; así como una gran demanda de agua por las industrias agropecuaria, automotriz, cervecera, refresquera, embotelladora de agua, minera y el incremento demográfico.
El fracking es un método de extracción de gas no convencional llamado shale, o gas pizarra o gas de esquisto. Consiste en la realización de perforaciones verticales y horizontales, a profundidades de 1000 a 5000 metros aproximadamente, en la roca esquisto, la cual contiene entre sus partículas el gas mencionado. Para extraerlo se inyecta a alta presión un volumen de entre 9 a 29 millones de litros de agua por cada pozo, mezclada con arena sílica y más de 750 productos químicos, con el fin de fracturarla y liberar dicho gas, el cual se extrae y posteriormente se recolecta en camiones especiales para transportarlo a otro lugar. Este método causa graves problemas ecológicos, entre ellos, la contaminación del agua, ya que la mezcla tóxica que se inyecta para fracturar la roca, crea en ella fisuras de orientación impredecible, por las cuales se conduce hasta llegar a acuíferos cercanos. Una vez fracturada la roca, parte de esta mezcla se reinyecta en el subsuelo para deshacerse de ella, otra parte se retorna a la superficie y se deposita en lagunas de desechos
construidos al aire libre para que se evapore, pues ya no es posible su tratamiento potabilizador debido a que sus componentes químicos reaccionarían con los que se agregaran para limpiarla. A la contaminación del agua habría que agregar la del aire: no sólo por los vapores de los desechos, sino por el metano presente en el proceso, lo que aumenta el efecto nocivo, pues es éste un gas que contribuye al calentamiento global, y que genera efecto invernadero 21 veces más que el dióxido de carbono.
La contaminación de la tierra sucede, principalmente,por las fugas que se producen en las lagunas de desechos y en la tubería por donde se extrae el gas. Otro de los efectos del fracking son los sismos, hecho demostrado por estudios científicos.
Las consecuencias en la salud humana y en los seres vivos son de esperarse, los padecimientos más frecuentes son: cáncer, malformaciones congénitas, daños en los sistemas endócrino y nervioso y alergias, entre otros. Es necesario enfatizar que las causas de estos padecimientos son, evidentemente, inducidas y controlables.
Los efectos perniciosos de este método de extracción no se reducen a los perjuicios directos a las personas, animales y ecosistemas en general, sino a la dinámica social. La reforma energética de Enrique Peña Nieto, de su partido y de los partidos afines, ha afectado algo fundamental para la nación mexicana: la economía y la soberanía nacionales. Y ha traído consigo un marco legal para la práctica abierta del fracking que, por otra parte, se realiza desde varios años antes de la reforma. El Estado Mexicano ha elaborado, también, iniciativas de ley de aguas vinculadas a esta ésta y otras actividades extractivistas, que les darían mayor soporte
operativo y facilitaría el uso arbitrario del agua para cubrir la enorme demanda de este líquido, vital para los seres vivos, utilitaria para esa industria. Uno de los actos mayores de injusticia es el despojo, desde el acaparamiento del agua, hasta los actos de apropiación de terrenos donde se efectuarían las perforaciones.
Una afectación, disfrazada de beneficio social, es la construcción de infraestructura financiada por el Estado para facilitar la explotación de los yacimientos gasíferos, en menoscabo del presupuesto para necesidades verdaderas de la población. Esta situación se exacerba por la rápida declinación de la vida productiva de los pozos, es decir, los grandes costos de inversión no corresponden a la muy pobre rentabilidad energética y económica, aunada a los estragos que causan a los ecosistemas que, aunque este factor nunca se toma en cuenta, no por eso es menos real.
Por si ésto no bastara, la oposición de la población a esta práctica en defensa legítima de sus territorios y los bienes de la naturaleza, se ha criminalizado. El Estado Mexicano, en connivencia con las corporaciones extractivistas, nacionales o multinacionales, ha implementado verdaderas campañas de represión y amedrentamiento utilizando todos los medios a su alcance: de comunicación, jurídicos, policiaco-militares; así como grupos ligados a la delincuencia organizada y guardias privados.
En contraposición a ello, surgen en toda la nacíón actos de resistencia social en defensa de los energéticos, la tierra, el aire y el agua, vinculadas a otras demandas como democracia, soberanía nacional, justicia, seguridad, educación y salud, entre otras.
Estas luchas, gestadas desde abajo, que han hecho visibles sectores de la población que han sido marginados por siglos, los pueblos indígenas, han generado en ellos un papel de actores sociales cada vez más participativos y con mayor peso y liderazgo en el rumbo que toman las movilizaciones ciudadanas.
Este resurgimiento histórico (en la narrativa basada en la ideología dominante y aún en grupos que se asumen revolucionarios o progresistas, la participación de los pueblos indígenas en los cambios históricos ha sido
sesgada o invisibilizada) tiene que ver, a mi juicio, con la exacerbación de la explotación de los bienes naturales existentes en los lugares donde viven, desde tiempos ancestrales las comunidades indígenas, que han despertado la codicia de la industria extractivista. Ante las amenazas y actos de despojo, legalizados o no, y las actividades como el fracking y la minería tóxica, tan perniciosos para el medio ambiente, en su territorio (concepto que implica lugar, vida material y espiritual; tiempo y memoria pasados, presente y futuro), la resistencia de ellos ha sido cada vez más organizada e intensa, y vinculada a movimientos críticos y antisistémicos de temática ambientalista. Si bien hoy crecen estas alianzas sociales estratégicas, no deja de ser un rezago histórico, no por la alianza en sí misma, sino por ser el tema ambientalista de muy reciente y poca consideración, aún y cuando la destrucción ambiental es un fenómeno antropogénico ligado intrínsecamente al sistema capitalista, sobre todo, desde la revolución industrial del siglo XIX y en la actividad extractivista es donde la naturaleza se convierte en mercancía.
Utilizando diversas estrategias, las luchas ambientalistas han crecido en todo el planeta. México no ha sido la excepción. De la concientización del problema, pasan a la organización de grupos que forman movimientos más amplios de información y movilización (mitines, plantones, marchas, foros, etc.) en torno a hechos específicos o proyectos amplios como el fracking, en diferentes ámbitos: campesino, estudiantil, académico, callejero, barrial, sindical, eclesial,activista, etc. Otras de las estrategias han sido: iniciativas legales como el amparo; declaración de ¨zona libre de fracking¨, promovida por los mismos afectados; invocación de tratados internacionales; iniciativas de leyes hechas por los mismos ciudadanos como la Ley General de Aguas, o como la propuesta, desde abajo, de una nueva Constitución; vinculación con movimientos de temáticas sociales distintas donde se posiciona el tema del fracking y se crean lazos de solidaridad recíproca; en fin, estrategias muy variadas.
Algunos de los actores sociales de estas iniciativas han sido, además de las comunidades indígenas y ejidos, y los grupos arriba mencionados, grupos organizados en la Alianza Mexicana contra el Fracking, uno de cuyos miembros fue el Frente Amplio Ambientalista de Nuevo León, del cual algunas personas, junto a otras de diferentes orígenes, forman parte del Movimiento en Defensa de la Madre Tierra y la Vida y a la Nueva Constituyente Ciudadana y Popular.
CONCLUSIONES
1.- El fracking, en base a su diseño funcional, y desde el punto de vista ecológico, es altamente pernicioso para la naturaleza, incluído el ser humano; por tanto, es un proyecto de muerte.
2,- El fracking, desde el punto de vista económico, no es rentable ni es productivo energéticamente y los costos de su contaminación no se toma en cuenta, pero son reales.
3.- La contaminación que causa el fracking a los acuíferos y cuerpos lacustres, no se limita al territorio donde se aplica, dado que las aguas tienen una movilidad permanente por cientos o miles de kilometros y por décadas o miles de años.
4.- Esta misma dinámica de contaminación se produce en el aire, contribuyendo además, al calentamiento global por emisiones de metano.
5.- El fracking es un factor de despojo de agua por acaparamiento y por contaminación, por quienes se benefician de él.
6.- Geoestratégicamente, ha servido para promover guerras por EEUU (vgr. Ucrania- EEUU- Rusia).
7.- El fracking ha servido como pretexto para que el Estado Mexicano impulse proyectos hídricos como Monterrey VI y es privilegiado por la llamada Ley Korenfeld de la CONAGUA.
8.- La resistencia contra el fracking debe ir vinculada necesariamente a la defensa del agua, pués el Estado busca imponer la privatización de los energéticos y el agua, pretendiendo acabar así, con nuestra soberanía y patrimonio nacionales.
9.- El agua, más que un derecho humano, es la sustancia de nuestra vida. Y, partiendo de la premisa de que la mayor parte de nuestro cuerpo vivo está conformada por agua, despojándonos de ella, privatizándola, equivale a enajenar parte de nuestro ser. Para nosotros significa Vida, para ellos es sólo un insumo de producción.
10.-El fracking y otros megaproyectos como la minería, causan ecocidio. Y éstos, en el corto o largo plazo provocan muertes masivas, y dado que la vida humana depende directamente de la integridad de la Naturaleza, el ecocidio se traduce en genocidio; lento pero inevitable, la diferencia con otros actos genocidas estriba sólo en el tiempo y el instrumento.
11.-En las luchas ecologistas hemos constatado que existen leyes que propician acciones depredatorias del medio ambiente, en favor de incrementar las ganancias del capital. Por lo que una propuesta política es la creación de nuevas leyes que favorezcan a la recuperación de la salud de la Madre Tierra y el impedimento de su depredación, leyes que serían creadas y sostenidas desde abajo, desde el mismo pueblo consciente de sus necesidades de vida para alcanzar la justicia socio-ambiental. Por ello, la refundación de la Nación Mexicana es, no sólo un imperativo ético-político, sino histórico-existencial.