Este es la historia de un municipio dentro de Morelos llamado Tlalnepantla, el cual elige a sus representantes a través de votación directa en una asamblea. En el 2003, el gobierno del Estado no respetó el voto de la asamblea del pueblo e impuso a un candidato con menos del 10% de los votos. Esto generó que el pueblo se organizara para demandar respeto y cumplimiento de la soberanía popular. El 26 de noviembre de ese año se realizó una marcha en Cuernavaca con la finalidad de conseguir una audiencia con el gobernador, Sergio Estrada Cajigal. La respuseta del gobierno hacia los pobladores fue la represión a través de los cuerpos policiacos, dejando un saldo de 59 detenidos y varios heridos.
Tras no llegar a solucionar el conflicto, el 11 de enero del 2004, en la explanada de Tlalnepantla, entre consignas y aplausos se declaró autonomía del pueblo y a su vez se conformó un Consejo Popular Autónomo. Para no permitir que el movimiento avanzara, el gobernador panista ordenó que la madrugada del 14 de enero se realizará una incursión violenta por parte de la policía estatal, desalojando a sangre y fuego a la población, lo que dejó un saldo de un campesino asesinado, de nombre Gregorio Sánchez un sinnúmero de inconformes heridos. Durante esa noche salvaje las estrellas se taparon con el humo de la balacera. El gobierno estatal justificó la medida diciendo haber reinstalado el “estado de derecho” en la población.
Hasta la fecha, el clamor popular en Tlalnepantla aún no ha salido de nuestros corazones; vivirá por siempre. Sabemos que mantenernos en silencio es aprovechado por las élites que nos oprimen. Ellos buscarán medidas para mantener callado a cada miembro de la ciudadanía sin importar los costos sociales que esto implica.
¡Tlanepantla vive, la lucha sigue!