El contexto electoral se vio inmerso en un mecanismo de terror permanente en contra del pueblo con un saldo de cientos de miles de asesinados y desaparecidos en lo que fue el año más violento en la historia de nuestro país. Sin embargo, a pesar del terror, del miedo, la compra de votos y de una larga tradición de fraudes electorales, la gente ha salido a las calles a ejercer su voto y a defender su voluntad electiva frente a los mismos de siempre. El rechazo a tanta injusticia y miseria encontró en el voto masivo a favor de López Obrador el vehículo para expresar su inconformidad y sus ganas de lograr un cambio.
La salida espontánea de la gente al zócalo capitalino y otras plazas del país en la noche del domingo demostró la necesidad que como pueblo sentimos de tomar las calles, de defender las decisiones, de enfrentar al régimen vigente. La gente que colmó el zócalo también mostró que su voto era crítico y estaba condicionado: los abucheos a Peña Nieto, los silencios ante la tibieza de AMLO y los aplausos a la iniciativa de revisar los contratos petroleros, de defender a los pobres, de proteger a los mayores, de universalizar la educación, de priorizar a los pueblos originarios. Más allá de ser promesas o simples elementos de un discurso triunfal, lo importante es la participación activa de la gente que salió a defender sus propias expectativas, sus banderas de luchas históricas y sus demandas que no dejarán de serlo.
Analicemos las pistas de quiénes, dónde y cómo se movilizaron en la jornada electoral para enfrentar y ganar a los poderosos. Las expectativas alzadas serán imposibles sin la lucha popular. Tenemos que tener conciencia de nuestra propia fuerza y tenemos que tener claro que aún falta mucho por hacer. Nos enfrentaremos a nuevas contradicciones con el Estado y dentro del seno del pueblo, inclusive dentro de los propios movimientos sociales que luchan hoy en México. Una parte muy grande de la voluntad popular participó en las elecciones, pero otra parte muy importante no participó en el proceso y desde sus comunidades y procesos de autonomía trabaja enfrentando al Estado y dando muestras de una forma distinta de gobierno. La refundación nacional que necesitamos debe conjuntar en un solo torrente esa voluntad que aún hoy se encuentra dispersa y que, hasta ahora, sólo se unifica como rechazo, pero aún no como proyecto popular de cambio.
La movilización fue en contra del sistema, fue muestra de lo que no queremos. Pero solo la lucha construirá aquello que anhelamos para nuestra patria, para nuestras hermanas y hermanos, para todos. Debemos recoger la diversidad de opiniones, miradas y posturas frente a este proceso, comprendiendo que serán discusiones que deberemos dar al interior de nuestras organizaciones. Con esto en mente ahora seguiremos construyendo con nuestras manos y corazones el proyecto y proceso Constituyente que logrará la verdadera refundación del país.