A través de la historia, las mujeres hemos sido parte del sujeto de transformación social, no sólo participamos en demandas de igualdad de género, sino también en las luchas por la defensa del territorio. Cada vez es más común ver a grupos de mujeres dirigiendo luchas en sus comunidades, podemos describirnos como las que peleamos por la tierra y el agua para la comunidad, las que luchamos por mejores condiciones laborales, somos las madres y abuelas quienes encabezamos la búsqueda y exigimos justicia para nuestros hijos e hijas.
En estos últimos años, en América Latina, las mujeres hemos emprendido la lucha por la defensa de la vida y el territorio, y en contra de los malos gobiernos y las oligarquías transnacionales.
En Brasil, Marielle Franco fue concejala de Río de Janeiro, su compromiso fue siempre con los más pobres y violentados de las favelas, principalmente jóvenes, quienes han sido atacados y asesinados por la fuerza policial. Ella, siempre se opuso a la intervención del ejército en esta enorme ciudad, y ahora la semilla está reventando en las movilizaciones que las favelas están encabezando. Mientras que en Honduras, Berta Cáceres, fue una mujer valiente que emprendió la lucha por la vida de la gente, en general, al defender el río y la tierra del pueblo Lenca, en contra de los megaproyectos, como la hidroeléctrica que quiso imponer la transnacional Agua Zarca.
En México, las mujeres en Cherán, Michoacán, fuimos las que iniciamos la defensa del bosque, en la Asamblea de Alpuyeca, Morelos, nuestra participación es central en la defensa de nuestra comunidad y en especial de los niños y niñas, que sabemos son el futuro de nuestro pueblo. En diversas partes del país, hemos formado espacios y acciones de defensa de las mujeres, como han sido los paros de actividades a nivel mundial. En la UNAM hemos realizado asambleas donde denunciamos la violencia sexual que vivimos las estudiantes y el encubrimiento por parte de la rectoría.
En nuestro México, la política de muerte orquestada por los gobiernos en el poder, no sólo han saqueado los recursos, devastado el ambiente, aumentado la violencia con grupos de narcotráfico y paramilitares, sino que nos han colocado en el primer lugar de feminicidios en América Latina, a tal grado esta palabra -feminicidio- tiene su origen en nuestro país, que es el reflejo del odio hacia las mujeres, que se expresa, no sólo en la muerte física, sino también en la explotación laboral, que se da en las maquilas y fábricas de todo el territorio nacional, y en la explotación sexual.
Nosotras y nosotros, como Nueva Constituyente Ciudadana y Popular, luchamos por un México en donde haya justicia para todas las personas; para que haya equidad de género, donde florezca la vida y no la muerte.
La lucha de las mujeres tiene que ser la lucha por la nación. No creemos que es menor ni que estén separadas entre sí las luchas contra el acoso, los feminicidios, desapariciones, las luchas territoriales e igualdad de salarios. Queremos enfatizar la necesidad de conjuntar todas las demandas que tenemos como mujeres, en un proyecto común de refundación del país, evitando fragmentarnos por diferencias de sexo, género, edad, que es lo que ha permitido a nuestro adversario avanzar. Nuestra pelea es contra un enemigo común y la tenemos que dar en unidad popular, desde las mayorías, las de los y las oprimidas, la que quiere transformar todo de raíz, es esta la voluntad que vencerá la dominación del patriarcado, que nos niega la posibilidad de la vida.
Tenemos rabia y coraje, queremos que no queden impunes los asesinatos de Marielle Franco, de Berta Cáceres ni de ninguna mujer, no queremos ni una muerta ni violentada más, luchamos por la vida de las mujeres, porque se haga justicia para todas las asesinadas y desaparecidas, y para eso es indispensable pelear por el gobierno del pueblo.
¡La victoria será donde el pueblo mande!