Mensaje dado por el compañero Raúl Vera López, Obispo de la Diócesis de Saltillo, para los familiares de los 43 jóvenes desaparecidos de la normal de Ayotzinapa, el 26 de diciembre del 2016, en la Basílica de Santa María de Guadalupe, Ciudad de México.
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Queridos hermanos, queridas hermanas:
Qué importante es que ustedes, los sucesores y representantes de Juan Diego, estén hoy en esta Basílica en donde se resguarda la imagen bendita que nuestra madre santísima de Guadalupe dejó impresa en la tilma de Juan Diego.
Muchas gracias por mantener encendida la luz de la esperanza en un México con justicia, es decir para que tengamos pronto un México con justicia.
Gracias por la inquebrantable y tenaz búsqueda de sus hijos desaparecidos. De su incansable lucha por la justicia, no solamente para ustedes, sino para todos los mexicanos y para todas las mexicanas. Ustedes no están luchando solamente por esos jóvenes que son sus hijos desaparecidos, su lucha es por todos los jóvenes de nuestra patria y por sus familias. Si, por todo el país.
Así como San Juan Diego fue enviado por la virgen de Guadalupe al obispo, para que le construyera su casita, de la misma manera, hoy la virgen les envía a ustedes a advertirnos a nosotros los obispos de esta nación y a los jefes políticos, que esta casa que es México, que es también la casa donde María quiere estar junto a las mexicanas y los mexicanos, debe ser conservada en pie, por medio de la justicia, la verdad y la paz.
Sí, hermanas y hermanos, de la misma manera que San Juan Dieguito obedeció a la virgen hace 500 años, para pedir al obispo que se le construyera un lugar en donde hacerse presente entre nosotros, y gracias a la presencia de ella, a través de su imagen, nuestros padres de los pueblos originarios pudieron subsistir a la ambición y crueldad de los conquistadores, para que México sea hoy, una nación con propia identidad.
¡Así también a ustedes la virgen les encomienda que no se cansen, ni cesen en su lucha!
Porque ello da esperanza a todas nosotras y a todos nosotros, de que México puede ser distinto. Si, como la obediencia de Juan Diego a la virgen, empezó de inmediato a dar sus frutos hace 500 años, así también la perseverante lucha por la verdad y la justicia de ustedes ya está dando frutos entre las y los mexicanos que nos hemos dado cuenta de lo que ustedes están escribiendo para que se esclarezca la verdad, y sea posible la justicia.
Sí, ustedes están escribiendo una historia que nosotros observamos: una historia que como les he dicho, no solamente va a proteger a sus hijos desaparecidos, sino a todos los mexicanos. ¡No claudiquen por favor, los necesitamos, no nos abandonen al extravío al que conduce la desesperanza y la cobardía!
Sigan por favor enseñándonos, mostrándonos el único camino que existe para alcanzar la verdad y la justicia, que es: ¡Saliendo a buscarla, a exigirla, a proclamarla, a promoverla! En las calles y en las plazas, como ustedes lo hacen ante los grandes y los pequeños, ante las mujeres y los hombres, ante los jóvenes y los viejos, ante las autoridades políticas y eclesiásticas.
¡Dios, por intercesión de la santísima Virgen María, les siga bendiciendo y sosteniendo! ¡Manténganse se los pedimos, manténganse! ¡Nosotros les acompañamos, les seguimos, les animamos!
Gracias por lo que hacen por este país.