Se dice en la Constituyente…
El domingo 16 de septiembre, se conmemoró el 208 aniversario del inicio de la Guerra de Independencia en México, gesta histórica encabezada por Miguel Hidalgo y José María Morelos, en conjunto con el pueblo pobre sublevado. Esa guerra no ha concluido aún.
Hoy, dos siglos después de aquel levantamiento, las fuerzas extranjeras continúan ocupando el país. Esta vez, lo hacen de forma más velada, sutil o disfrazada. Las empresas transnacionales son los nuevos entes colonizadores. Saquean nuestras riquezas; explotan nuestra fuerza de trabajo cual si fuéramos esclavos; contaminan nuestro medio ambiente y envenenan nuestra salud; privatizan nuestros recursos; destruyen nuestras culturas y ejercen violencia contra quienes se oponen y resisten a estas dinámicas.
Prueba de ello fue la violenta represión efectuada la noche del 15 de septiembre en Palenque, Chiapas contra miles de manifestantes que de manera pacífica pretendían dar un contra-grito popular de Independencia en la plaza principal del municipio. Entre quienes protestaban se encontraban maestros, comunidades indígenas, trabajadores del sector salud, jubilados y miembros de la resistencia civil.
Ya se había convertido en tradición que el pueblo rebelde de esta región de Chiapas le arrebatara al gobierno municipal el acto “oficial” del Grito de Independencia. Este arrebato no es espontáneo, sino consecuencia de los procesos de poder popular y de control comunitario del territorio que desde hace año las comunidades de la zona de Palenque han impulsado y que se han convertido en signos de verdadera independencia. De ahí que resulten inconvenientes para el gobierno y sus aliados norteamericanos.
Este alianza entre las cúpulas de poder en el gobierno y los intereses de potencias extranjeras es un lastre que no hemos podido quitarnos de encima, ejemplo de ello es que dos semanas después de la elección del 1 de julio, Mike Pompeo, Secretario de Estado de Estados Unidos, se reunió con el nuevo presidente electo para tratar la renegociación del TLCAN (principal instrumento neocolonizador del país), de la política migratoria y de la estrategia de seguridad fronteriza. El fondo de este encuentro es la el beneplácito de Washington al nuevo gobierno y la negociación de la soberanía nacional.
Por su parte, el Ejército, institución que debería ser guardián de la soberanía nacional, se ha convertido en una fuerza de ocupación interna sumisa a la doctrina militar estadounidense. Los últimos Secretarios de Defensa Nacional y Marina han sido cuadros militares entrenados en Estados Unidos o con fuertes vínculos con el Ejército de dicho país. De hecho, en relación al nuevo gobierno, AMLO señaló que respetará el procedimiento tradicional de elección de Secretario de Defensa, es decir, que la cúpula militar presente una terna de candidatos para el relevo. Entre las más probables propuestas para ocupar el puesto de la secretaría está el General Felipe Gurrola, un ranger formado en Fort Benning, Georgia (la nueva Escuela de las Américas) y en Fort Leavenworth, Kansas, quien ha sido un personaje clave en la guerra contra el narcotráfico en Sinaloa, Michoacán, Veracruz y Tamaulipas, además de suceder a Alfredo Castillo como comisionado federal de seguridad en Michoacán y haber sido agregado militar en la Embajada de México en Washington. Incluso fue el responsable de recibir en febrero pasado a Rex Tillerson, Secretario de Estado, antecesor de Pompeo, en su visita a México. El perfil de este general apunta a continuar la doctrina de la política de Homeland Security de México, es decir, de la seguridad militar estadounidense.
La Constituyente propone
Pese a los enormes esfuerzos de nuestro pueblo, aún no hemos conseguido nuestra verdadera independencia, el gobierno continúa estando en manos de pequeños grupos de poder afines y serviles a los intereses norteamericanos y trasnacionales. Aunque son numerosas las experiencias de autogobierno y control territorial desde el pueblo, de autonomía en la reproducción de la vida, la salud, la educación, el trabajo, la seguridad y la cultura, aún continúan aisladas y fragmentadas. Ahora se nos presenta el reto de encontrarnos, de reunir nuestros anhelos y experiencias de lucha, de reconocernos, aunque diferentes, no antagónicos y conformar un mismo sujeto popular que pelee por rescatar el país entero y que esté decidido a vencer. Para eso necesitamos anticipar el país que queremos en un nuevo proyecto de nación elaborado por todas y todos, como hiciera morelos al proclamar “Los sentimientos de la nación” hace más de 200 años.
Elaborar este proyecto común requerirá de todo nuestro empeño y de la decisión de caminar juntos hacia la transformación profunda de México. Hemos demostrado innumerables veces esta enorme capacidad transformadora, hace solo un año fue el pueblo quien haciendo un enorme y espontáneo acto de solidaridad levantó a país del desastre provocado por el sismo del 19 de septiembre, nos toca soñar y sobre todo trabajar fuertemente para que sea la organización consciente en torno a un proyecto común y no solo la espontaneidad, la que movilice y potencie nuestra fuerza.