Frente a la llamada “Cuarta Transformación de México”, en la Constituyente se dice:
Sobre las tareas pendientes de nuestra revolución inconclusa
El porfirismo había sido derrotado por la Revolución en la que bajo el Plan de San Luis, convocado por Madero, participaron miles de mexicanas y mexicanos, dispuestos a dar lo único que poseían: su propia vida. En este levantamiento no solo se movilizaron los sectores más humildes de nuestra patria, hubo participación de caciques, empresarios y políticos que -negociaciones previas- se reintegrarían al régimen maderista. No olvidemos las importantes alianzas del maderismo con empresarios del extranjero (alemanes, españoles, entre otros), que veían en la coyuntura revolucionaria, una posibilidad de incrementar sus ganancias.
Previo al triunfo de Madero, las contradicciones entre los sectores más humildes y los viejos caciques y familias acaudaladas que abrazaban el proyecto maderista, habían ido desarrollándose hasta el punto de convertirse en expresiones absolutamente irreconciliables. En donde de manera más evidente se dieron tales diferencias, fue en el Estado de Morelos, donde Madero hubiera preferido que Ambrosio Figueroa junto con algunos otros personajes provenientes de familias acomodadas y viejos cacicazgos, fueran quienes lideraran las sublevaciones que se dieron bajo la consigna de “Sufragio efectivo, no reelección”. Fueron personas de extracción humilde, campesinos y trabajadores, entre quienes se destacaría Emiliano Zapata, quienes en muy poco tiempo estarían liderando el Ejército Libertador del Sur. Esta división entre opresores y oprimidos que de manera más veloz se dio en Morelos que en muchos otros estados de la república, favoreció la formación de una dirección con mayor autonomía, así como absoluta identificación con las causas de los sectores históricamente más agraviados, que no tardarían en ser percibidos por los sectores más conservadores y acomodados del maderismo y por el propio Madero, como una amenaza. Un elemento central para comprender la respuesta del pueblo frente al Plan de San Luis, así como la separación con caciques, hacendados y otras suertes de explotadores, fue la promesa de restitución de tierras a pequeños propietarios que forma parte de dicho Plan, la cual tal vez fue y es aún, una de las demandas más sentidas del pueblo mexicano, a casi 400 años de la conquista en aquel entonces.
Pocos días después de que Madero llega al poder, confiesa a un grupo de empresarios que la restitución de tierras no tenía posibilidades de realizarse tal como se le había prometido a los pueblos, dando garantías de que “no intentaría nada demasiado loco”. Pasarían pocos días para que a los batallones que habían respondido al liderazgo de Zapata se les exigiera la entrega de armas; a la par, la prensa desató un ataque inclemente en contra de los llamados “zapatistas”; y mientras en cartas oficiales Madero y otros nuevos funcionarios pretendían llevar la fiesta en paz, se estaría planeando el exterminio silencioso del Ejército Libertador del Sur. Tendrían que suceder varios atentados y asesinatos no solo contra la dirigencia, sino contra grandes sectores del pueblo que se reconocía y colaboraba con el Ejército Libertador del Sur, para que finalmente se rompiera totalmente con el maderismo. Cabe destacar la masacre de más de ochenta zapatistas, entre quienes se contaban niños, mujeres y ancianos, que encontrándose en Puebla bajo las expectativas de poder recibir y saludar a Madero en quien todavía confiaban, son atacados por fuerzas estatales sin aviso alguno o motivo aparente, antes de que el “jefe de la Revolución” llegara a Puebla.
Sucesos como este darán pie a la proclamación del Plan de Ayala, en el que se declara: “que los terrenos, montes y aguas que hayan usurpado los hacendados, científicos o cacíques a la sombra de la tiranía y de la justicia venal”, serían expropiados para “que se mejore en todo y para todo la falta de prosperidad y bienestar de los mexicanos”. Posteriormente, en la Convención Revolucionaria de México (1915), el zapatismo irá desarrollando otros ejes de lucha: abolición del presidencialismo; así como una política sobre la tierra que incluía agricultura, minería y petróleo, entre otros.
La Constituyente propone:
Desde la constituyente invitamos a reflexionar: ¿Será posible hablar de una cuarta transformación de México, si desde el principio estamos dando un paso atrás con respecto a las exigencias que motivaron la “tercer transformación”, es decir, la Revolución Mexicana, que quedó inconclusa? ¿Podrá haber una genuina paz social y erradicación de la corrupción si continúa la política de la “libertad empresarial” que no ha significado otra cosa que el saqueo y privatización rapaz de nuestros terrenos, aguas, montes, minerales y petróleo por las empresas transnacionales?