Editorial semanal de la Nueva Constituyente Ciudadana Popular / 12 junio 2017.
(Descargar Boletín Semanal 12 de junio)
Fernando Martínez Heredia
(1939-2017)
Hace unos días en nuestro país se vivió de nuevo una embestida gubernamental contra el normalismo rural y el magisterio popular. Las normalistas de la Escuela Normal Rural “Justo Sierra Méndez” de Cañada Honda, Aguascalientes, sufrieron represión y detenciones violentas por parte del gobierno del estado, tras una serie de protestas que incluyeron la toma de las instalaciones del Instituto de Educación de Aguascalientes (IEA), plantones, marchas y bloqueos carreteros. Las estudiantes se oponen a los cambios que las autoridades educativas efectuaron a la convocatoria de ingreso a la normal rural, que convierte a la escuela en mixta (actualmente es sólo para mujeres) y reduce la matrícula de 120 a 100 estudiantes. Durante la jornada de lucha también fueron reprimidos los estudiantes de la normal de Tiripetío, Michoacán, quienes se sumaron a las protestas en solidaridad con la lucha de las normalistas de Aguascalientes.
La Normal de Cañada Honda es una escuela rural de carácter regional. En dicho centro educativo se forman como maestras jóvenes provenientes de Aguascalientes, Durango, San Luis Potosí y Guanajuato, principalmente. Es una escuela que, como la mayoría, tiene enormes carencias materiales (producto del abandono presupuestal) y ha sido objeto de una sistemática operación de desmantelamiento, pero que a pesar de ello, continúa resistiendo, negándose a la extinción en su misión de ser un instrumento educativo y organizativo del pueblo en su lucha por su autoemancipación. La lucha de Cañada Honda se inscribe en la lucha particular del normalismo rural por continuar existiendo (con ejemplos como Ayotzinapa, Tiripetío, Amilcingo, entre otras), y la lucha general cultural del pueblo mexicano frente al embate neoliberal.
¿Qué significado tiene el normalismo rural y el magisterio en la vida de los pueblos en México? La maestra y el maestro no sólo son fundamentales en la educación de los pueblos, en ser medios en los cuales se recupera, expresa y difunden la cultura y saber del pueblo, sino también tienen un importante rol como organizadores populares. En la historia de las múltiples luchas populares que han ocurrido en nuestro país, siempre están presentes las y los profesores acompañando y siendo parte de las resistencias y organizaciones que surgen desde la raíz comunitaria de los pueblos.
En muchas comunidades, el maestro y la maestra son los intelectuales del pueblo. Son quienes transmiten y traducen las expresiones del pueblo en los lenguajes y formas de la cultura dominante y viceversa. Son las y los comunicadores de las necesidades y exigencias de los pueblos. Participan en asambleas, en trabajos comunitarios, en la organización de las fiestas populares, en la preservación y continuación de las tradiciones locales, en la toma de decisiones colectivas; son quienes escuchan y orientan, quienes aconsejan y dan dirección. Son elementos de cohesión y mejoramiento de las condiciones de vida de las comunidades. En fin, son producto e instrumento de los pueblos.
La embestida gubernamental y empresarial contra el normalismo rural y el magisterio democrático es una dimensión más de la embestida contra la cultura del pueblo, contra todo vestigio de lo popular. Porque la cultura no sólo es expresión de identidad e historia, sino proyecto civilizatorio y fuerza material de transformación; es organización y esbozo de nueva sociedad; es medio y fin revolucionario.
Un ejemplo del magisterio popular y la escuela como centro de organización e instrumento político comunitario, es el caso de la Escuela Primaria 17 de abril de 1869, ubicada en Alpuyeca, Morelos. Es una escuela construida en base a la luchas, protestas y movilizaciones del pueblo. La primaria cuenta con un comedor comunitario en el que se proveen alimentos sanos y nutritivos a estudiantes y profesores. Imparten educación en temas de salud y alimentación, no sólo a los alumnos, sino a padres y madres de familia. Desde esta escuela se ha organizado parte de la resistencia frente a varios megaproyectos que atentan contra la vida de las y los habitantes de la comunidad, como lo fue la lucha contra el basurero de Milpillas en 2006 y ahora, contra el nuevo basurero que emprende el gobierno de Graco Ramírez.
Las maestras de Alpuyeca son ejemplo de educadoras formadas en escuelas rurales y populares, al igual que las normalistas de Cañada Honda. Participan en la vida comunitaria del pueblo, en las asambleas, en los tequios, en las fiestas y actos culturales, en las protestas y en la resistencia directa frente a los planes y proyectos en contra de los intereses del pueblo. Promueven la integración de la comunidad con la escuela, al sumprimir cualquier forma de distinción de condición entre alumnos, docentes, padres y madres de familia. Aquí todas y todos son iguales. Eliminan las formas competencia entre los alumnos promovidas en los modelos educativos oficiales y las sustituyen con formas colectivas y horizontales de aprendizaje y convivencia. Integran la educación popular y la concientización política en niñas y niños, así como en el resto de la comunidad. Son, en fin, organizadoras, luchadoras y formadoras populares al servicio de la comunidad.
Hoy se cumple el plazo que la asamblea comunitaria de Alpuyeca le dio al gobierno de Morelos para retirar la planta de valorización de residuos. De no cumplir con la exigencia, el pueblo bloqueará las instalaciones de ese nuevo basurero.
Luchemos, Solidaricemonos, Apoyemosles.
La unión hace la fuerza, debemos poner un alto a la insistencia de frenar el avance democrático del país, la organización y concientización del pueblo es la mejor estrategia