Editorial 24/07/2017 Lecciones sobre Venezuela

Desde hace unos meses la “crisis en Venezuela” aparece como uno de los principales temas en los noticieros mexicanos. Presentan al presidente Nicolás Maduro y a la revolución bolivariana iniciada por Hugo Chávez, como un proceso dictatorial, opresor e injusto y una “ciudadanía” que lucha en contra del gobierno, donde hasta Vicente Fox Quesada se “convirtió en super héroe” (ese presidente que fue señalado por el Tribunal Permanente de los Pueblos- Capítulo México como responsable de genocidio, entre otros crímenes).

En estos momentos el pueblo Bolivariano lucha por sostener y profundizar el proyecto de gobierno popular trazado por Hugo Chávez, enfrentando a un reducido grupo de choque financiado por grandes empresarios y políticos conservadores que, apoyados por Estados Unidos, quieren volver a entregar ese país a las grandes empresas.

El gobierno y los medios de comunicación oficiales de México lo que realmente están haciendo es crear una imagen ficticia de ese país para ocultar el terror que aquí nos han impuesto. Esto forma parte de la ofensiva mediática internacional para provocar una guerra e invasión contra ese país que ha defendido su soberanía y bienes junto con un gobierno popular y que ha enfrentado valientemente al imperialismo estadounidense. Quienes impulsan esta ofensiva quieren también desarmar las luchas populares de nuestro país y continente, diciéndoles que no deben aspirar nunca a levantarse en contra de un mal gobierno y menos atreverse a gobernar.

La lucha que en estos momentos están dando las y los venezolanos,  es un ejemplo de que es posible que la política, el poder y la ley los controle el pueblo, que siempre a partir de mucho esfuerzo, compromiso, humildad, amor, dedicación y constancia, la forma digna y justa como queremos vivir puede ser realidad tanto a nivel nacional como desde nuestra vida cotidiana, que es importantísimo construir una posición, un proyecto, que anime a decir y actuar lo que el pueblo no se atreve, por miedo o por pensar que no significa ninguna fuerza.

Esto último es muy importante en estos tiempos de desesperación, es necesario demostrar que como pueblo podemos hacer política de otra manera, poniendo en el centro la alegría, solidaridad e infinidad de prácticas comunitarias que desde las familias, amigos, trabajo, que nos permite librar la dura vida que se nos ha impuesto. Que todo eso que nos ayuda a no rendirnos personalmente, incorporado a un proyecto de liberación, es el motor para lograr que nuestros sueños se hagan historia, para hacer realidad los sueños de nuestros pueblos que pelearon y dieron la vida para construir un mundo donde lo humano, las personas sean la riqueza de la sociedad y no el dinero.

Sin ahondar en todo el conflicto ni exponer las formas en que esta guerra contra Venezuela se está desarrollando, sólo planteamos a manera de lecciones para nuestro proceso constituyente los elementos centrales de lo que conforma la situación de Venezuela.

  1. La lucha por el poder político de un país es lo central para sostener o cambiar su rumbo. Empresarios, millonarios y el gobierno de Estados Unidos, a pesar de tener otros poderes, mediáticos y económicos, estallaron un conflicto para arrebatar el poder a la revolución bolivariana, pues sin él, no pueden recuperar el saqueo de Venezuela que desde el triunfo de Hugo Chávez en 1999 se interrumpió.  
  1. Cuando se hacen cambios profundos que le dan poder a la gente es difícil revertirlos porque la fuerza que obtuvo el pueblo vuelve decisivo el papel que éste juega. Gracias a un sin fin de medidas políticas, de una Asamblea Constituyente y de la movilización continúa en defensa de un proyecto que recupera la lucha por la justicia, la soberanía y la democracia popular, los sectores mayoritarios de Venezuela defienden a su gobierno y han demostrado que no están dispuestos a renunciar al camino que ya tomaron, porque asumen que la lucha es entre la patria bolivariana y los traidores a la patria.
  1. El imperialismo y los grandes empresarios no siempre triunfan. En el caso venezolano, a pesar de su poder, armas y dinero no han logrado tirar el proyecto bolivariano. Han fracasado en golpes de Estado, paros y bloqueos económicos, difamaciones en espacios internacionales, etc. Cada vez que logran crear un nuevo frente de batalla, el pueblo venezolano sale con más fuerza a enfrentarles y no han podido con ellos desde hace por lo menos 15 años, cuando dieron un primer golpe de Estado en 2002, sin lograr derrocar al gobierno.
  1. La democracia según la derecha y los aliados de Estados Unidos sólo sirve como pretexto para hacer la guerra y violentar las decisiones de los pueblos. Repiten insaciablemente que Maduro es un presidente anti democrático a pesar de que sostiene una de las formas de gobierno más representativas y participativas del mundo. Bajo el pretexto de la “lucha por la democracia” los que luchan contra Maduro impiden el ejercicio de los órganos democráticos del país, intentan hacer fraudes, dar golpes de Estado y manipular hasta la más simple encuesta.
  1. No todas las protestas anti gobierno vienen del pueblo. Confundidos por la manipulación mediática  y porque las experiencias más recientes en México nos dicen que el gobierno actúa contra la gente y que quienes luchan contra él son los sectores populares, no logramos comprender que en Venezuela no ocurre lo mismo. Sin una ciega obediencia al gobierno bolivariano, el pueblo sale a defender al gobierno y a su país contra una minoría de paramilitares armados y financiados por los viejos oligarcas de venezuela, que luchan contra el gobierno.
  1. La derecha es capaz de utilizar cualquier medio para derrocar a un gobierno popular. Una verdad que suele olvidarse, porque se cree que quienes se sostienen a costa de la gente cumplen con algún tipo de ley, en casos como el de Venezuela, queda claro que el respeto a la legalidad -como la democracia- sólo aplica cuando les conviene. Mientras en otros países condenan las armas y fomentan el desarme de los grupos rebeldes, aquí arman a sus grupos y hace apología de su violencia. Mientras en algunos lugares como en México apoyan la impunidad de gobernantes como Duarte, en Brasil, usan al parlamento para impedir que un adversario político vuelva a ser presidente.
  1. No hay posiciones neutrales en la lucha de los pueblos de América Latina. Desconectados de lo que pasa en Venezuela, mirando a ese país como algo lejano, quienes sostienen que lo que ocurre allá no nos afecta en nada, o que afirman que el gobierno de Maduro es anti democrático (aunque no puedan sostener por qué), están avalando que los intereses empresariales y de Estados Unidos estén por encima de los pueblos. En esto, las posiciones intelectuales que llaman al respeto a la democracia y atacan a Maduro resultan cómplices de la violencia de la derecha y de los intentos de invasión. No tomar partido por Venezuela, por su gente, creyendo que existe un centro, es permitir que los crímenes contra los pueblos que luchan se sostengan impunes y esto no significa renunciar a disentir, sino comprender en dónde está la pelea central para los pueblos y no para la fama académica.
  1. Los pueblos luchan por sus sueños, no porque los ciclos les mandan a pelear. Inmersos en la competencia por “descubrir” qué es lo que determina que la gente pelea, se han lanzado ideas tales como que se agotó un ciclo progresista por alguna cuestión económica o que la gente pobre apoyo a los gobiernos populares sólo porque repartían mejor el ingreso, diciendo en términos menos vulgares que “la gente piensa con la panza” se suele repetir que sólo por problemas económicos la gente pelea y que si se le da mucho a la gente, ella se vuelve ingrata. Nada es más falso. La gente no lucha sólo por cuestiones económicas, lucha por sus sueños, por hacer justicia, porque una vez que se da cuenta que el poder radica en ella es difícil que renuncie a decidir su destino. Por eso, son más de 17 años de una revolución bolivariana que no ha logrado ser derrotada.
  1. El poder constituyente es el poder para derrotar la ofensiva imperial. Fue la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela la que puso en el orden del día latinoamericano la importancia para los pueblos de reestructurar desde las raíces mismas su Estado, para lograr la independencia económica, la libertad política y la justicia social. Demostraron que las leyes no son cuerpos monolíticos o condenas de un pasado injusto, que las leyes injustas se pueden echar abajo y se pueden hacer nuevas leyes desde abajo, con, por y para  las mayorías de un país. Por eso, ahora que hay un momento tan difícil en Venezuela, sólo una profundización del proyecto popular, desde las bases constitucionales, una nueva Asamblea Constituyente, podrá revertir el ataque de los ricos. Porque quienes definen el rumbo de un país son los pueblos, so pena de no hacerlo, se condenan largamente a un dominio ajeno y perjudicial a ellos.

 

 

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