Palabras del compañero Raúl Vera López en el Centenario de la Constitución de 1917

“Concientizar y regresar el poder al pueblo; reactivemos la esperanza”

Mensaje del compañero Raúl Vera López en el Centenario de la Constitución Política Mexicana para el pueblo de México y quienes son parte del proceso de la Nueva Constituyente Ciudadana Popular, desde la Plaza de Santo Domingo en el Centro Histórico de la Ciudad de México el 5 de febrero del 2017

La refundación de México en la que estamos reflexionando este día del primer Centenario de la Constitución Política de México en vigencia, promulgada en 1917, tiene como base las conclusiones a las que llegó el “Capítulo México” del Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP), realizado del 21 de octubre de 2011 al 15 de noviembre de 2014 bajo el título: “Libre comercio, violencia, impunidad y derechos de los pueblos”. En base a las denuncias presentadas ante los jueces de dicho Tribunal, queda manifiesto que, desde hace aproximadamente cuarenta años, en México existe un desvío de poder. Nuestro pueblo ha sido traicionado por sus autoridades para poner la fuerza laboral de los mexicanos, los recursos naturales de nuestra patria, y todas las instituciones que deberían regular la preservación de la justicia y el derecho para todos los mexicanos, al servicio, ya no de nosotros, sino de poderes representados por corporaciones financieras, políticas y empresariales, tanto nacionales como extranjeras, para despojarnos de nuestra libertad, convirtiéndonos en esclavos, y para destruir nuestra industria nacional, despojándonos de la soberanía que con el derramamiento de tanta sangre, hemos ganado. Estas acciones se han efectuado con cientos de reformas a nuestra Carta Magna de manera que el país está conformado por millones de víctimas; México ya no nos pertenece, ni en el presente ni en el futuro.

El diagnóstico que representa el resultado del “Capítulo México” del TPP no lo elaboraron académicos, ni se construyó con investigaciones periodísticas, sino que lo integran las quejas de quienes no han tenido acceso a la justicia en distintos órdenes y tipos de violaciones a los derechos humanos de los ejes temáticos que se trabajaron dentro de ese Tribunal, como son: 1) Guerra sucia como violencia, impunidad y falta de acceso a la justicia; 2) Migración, refugio y desplazamiento forzado; 3) Feminicidio y violencia de género; 4) Violencia contra las y los trabajadores; 5) Violencia contra el maíz, la soberanía alimentaria y la autonomía; 6) Devastación ambiental y derechos de los pueblos; 7) Desinformación, censura y violencia contra los comunicadores; 8) Represión a los movimientos sociales; 9) Violencia contra la Educación; 10) Destrucción de la juventud y las generaciones futuras.

El conjunto de personas que presentaron sus quejas y denuncias, lo hicieron a través de canales de organización que requirieron preparación por medio de talleres para cumplir con los protocolos que dicho Tribunal Internacional ha elaborado, desde la vasta experiencia de juicios hechos a diversas naciones en más de cincuenta años. La realización del “Capítulo México” requirió la participación de aproximadamente dos mil quinientas organizaciones sociales de todo el país, que apoyaron en la convocación, preparación y realización de las quinientas audiencias de los variados ejes temáticos.

La realización de este proceso nos ha señalado un camino para liberarnos por la vía pacífica, de la violencia generalizada que este desvío de poder de parte del Gobierno Mexicano, ha representado para todo nuestro pueblo de México. Dentro de la presentación de la Audiencia Final, cuando se dio el resumen de los distintos aspectos de violaciones a los derechos humanos, el capítulo correspondiente recibió el título de “La Rebelión del Dolor en México”. El cúmulo de injusticias deja sufrimiento y daño en el pueblo entero humillado por el poder que ostenta la autoridad para el bien de unos cuantos a costa de la mayoría.

Si estamos buscando la refundación de México, es porque hemos sido testigos de la movilización de miles y miles de víctimas que se saben poseedoras de la verdad, la justicia y la pertenencia a México. La fuerza con la que participaron activamente para recuperar la palabra y la justicia que les fueron negadas, fue evidenciada por los jueces que sentenciaron culpable al Estado Mexicano de tanta devastación y eliminación de las posibilidades de vida en nuestro país. La base sólida para refundar el país es sanar desde la raíz las dolencias y causas de tanta violencia, restituyendo todos los derechos que el gobierno ha arrebatado, y eliminando las reglas huecas carentes de ética que caracterizan al libre comercio.

Los cimientos sobre los que México tiene que reconstruirse están en sus propios pueblos y poblaciones, pues estos son quienes tienen que retomar el inalienable derecho de modificar su gobierno para que el poder público beneficie a sus propios connacionales. Para ello, cada una de las mexicanas y cada uno de los mexicanos, avanzarán libremente y se convertirán en robles de justicia que articulen inteligencias y voluntades, para levantar las estructuras de esta patria. Esto va a funcionar únicamente con la participación de todas y todos, sin excepción alguna, porque cada mujer y hombre ciudadanos de este país, deben actuar como sujetos de la construcción histórica de nuestra nación, y así como México fue ejemplo para otras naciones, pueda volver a ser la luz y la esperanza para el caminar de otros Estados que estén en medio de una destrucción como la nuestra.

La tarea inmediata que nos desafía dentro del proceso de la Nueva Constituyente Ciudadana Popular es socializar la información que existe en el diagnóstico del TPP que permite ver las causas profundas del desastre que vivimos y quiénes son aquellos que deliberadamente han creado estas condiciones que tanto han lesionado a México con argumentos mentirosos y a base de simulaciones. México cada día vive en condiciones de mayor pobreza y mayor abandono. Debemos crear conciencia en toda la población del lugar en que estamos los mexicanos en este momento, por qué estamos así, y las intenciones verdaderas de quiénes nos han vendido al grande capital nacional e internacional.

Un siguiente paso es aprender a caminar como un solo pueblo en la realización del proyecto de una nueva Constitución que, asumiendo toda la riqueza que la Constitución de 1917 ha legado a nuestra patria, nos permita avanzar en la construcción de un nuevo texto que orientará la vida política de nuestra patria en los años siguientes. El reto es la formación política de toda la ciudadanía para aportar en la construcción del texto. Tiene que quedar bien claro que el camino de construcción del texto constitucional debe provenir de la conformación de un pueblo que se ha convertido en sujeto social activo a favor de la paz, la justicia, la libertad, la dignidad de todo México. La refundación de nuestro país no puede quedar en un grupo que vuelva a creer que ostenta un poder con el que puede gobernar tomando decisiones contrarias a quienes son los verdaderos sujetos, de donde dimana el poder público.

El espíritu que debe imperar en este proceso es el de verdadera fraternidad y sororidad. Cualquier actitud discriminatoria y de dominio sobre las o los demás, y cualquier intento de llevar las cosas para nuestro propio interés, no cabe en este momento en nuestra patria. Si el “Capítulo México” del TPP tuvo un final exitoso, fue porque por todas las formas se garantizó que desde diferentes trincheras y distintos papeles que tenemos, en la defensa, promoción y preservación de la dignidad de la persona y sus derechos, entendimos que el proyecto era único y para lograrlo, colaboramos todos con una misma mente y un sólo corazón.

A cien años de la Constitución de 1917, trabajamos para refundar nuestro México querido. No sólo quienes estamos hoy aquí, sino muchas personas que desean aportar y a las que aún no hemos atinado a escuchar o alcanzar; necesitamos la riqueza humana que hay por todos los rincones de nuestra patria. La Nueva Constituyente Ciudadana Popular debe garantizar un México en que toda mujer y todo hombre, los jóvenes, adultos, la infancia, miembros de grupos indígenas, de la diversidad sexual, todos seamos parte y luchemos para alcanzar los más altos niveles de derechos, para elevar nuestra calidad de vida, y ser felices. Debemos trabajar cada día por implementar procesos de educación popular con los que además de concientizar y regresar el poder al pueblo, reactivemos la esperanza que parece esfumarse con tanta y tan diversificada violencia. Con la participación de todos, el cambio de México que ya está en camino, es una realidad.

Raúl Vera López

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