El legado de Fidel, José Martí, y el pueblo cubano como experiencias para la refundación nacional – Editorial 28 de noviembre, Boletín Semanal de la NCCP

La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida.

– José Martí

Pronto deberé cumplir 90 años, nunca se me habría ocurrido tal idea y nunca fue fruto de un esfuerzo; fue capricho del azar. Pronto seré ya como todos los demás. A todos nos llegará nuestro turno, pero quedarán las ideas de los comunistas cubanos como prueba de que en este planeta, si se trabaja con fervor y dignidad, se pueden producir los bienes materiales y culturales que los seres humanos necesitan, y debemos luchar sin tregua para obtenerlos. A nuestros hermanos de América Latina y del mundo debemos transmitirles que el pueblo cubano vencerá.”

-Fidel Castro, en el VII Congreso del Partido

El 25 de noviembre de 1956, 82 jóvenes guerrilleros partían del Tuxpan, Veracruz, hacia Cuba. 60 años después, quien en 1956 fuera un joven soñador, y líder de la heróica gesta de la revolución cubana que estaba por comenzar, zarpó de manera definitiva hacia las páginas de nuestra historia. Fidel Castro, educador popular, abogado, guerrillero, estadista, acérrimo enemigo del imperialismo y del neoliberalismo, internacionalista sin límites, defensor estoico de la verdad, continuador de la obra de José Martí, maestro en el ejemplo y filósofo de la praxis, revolucionario integral y luchador imprescindible, representa una gran pérdida para el mundo entero. Sin embargo, la riqueza del legado y las lecciones que nos deja superan por mucho la tristeza que nos causa su partida. Fue Fidel el principal ideólogo, estratega y articulador de la revolución cubana y del pueblo como sujeto de su propia historia.

Cuba adquiere para la historia del S. XX, una dimensión mitológica, recordando el pasaje bíblico en el que David, un sencillo pastor, vence al gigante Goliat, con tan solo una onda y con la fé de que saldría victorioso a pesar de su aparente desventaja. Cuba se erige ahora como la pequeña isla que con la unidad del pueblo como clave y meta del proceso, logró liberarse del yugo imperialista estadounidense y resistir a incontables intentos de desestabilización y ataques terroristas orquestados desde la CIA, amenazas militares permanentes, y un bloqueo económico, que sin embargo fueron insuficientes para detener al sujeto comunitario  que se gestó retomando las raíces de su historia, y que ha dado al mundo un ejemplo excepcional en materia de educación integral, salud, investigación científica, cultura, pero sobre todo, una de las experiencias más acabadas y profundas de democracia, entendida por sus raíces etimológicas como el poder del pueblo para decidir su futuro. También debemos recordar el incondicional apoyo que desde entonces ha prestado el pueblo cubano a nivel internacional, formando y exportando miles de médicos y profesionales para el mejoramiento de las condiciones y la liberación de pueblos y naciones de todo el mundo, oprimidas por el imperialismo.

En este sentido, aclarando que no se trata de hacer un culto a la persona de Fidel (situación que él mismo rechazó rotundamente en vida), y teniendo presente la necesidad de articular al sujeto comunitario para la refundación de México, nos proponemos recuperar algunas de las enseñanzas, experiencias y principios propios de la revolución cubana, presentes en el pensamiento y práctica de Fidel Castro y José Martí; no para practicarlos o importarlos de manera mecánica a nuestro contexto, sino para problematizar y en la medida de lo posible, aprender del camino andado por el pueblo cubano.

1. Recuperar nuestras raíces para articular la identidad de nuestro pueblo

“Los pueblos que no se conocen, han de darse prisa para conocerse, como quienes van a pelear juntos.”

– José Martí

Fidel Castro, estudió y conoció a profundidad la historia del pueblo cubano. Es a partir de la propia historia de esta isla, y de las aportaciones ideológicas y experiencias organizativas y de subversión que hicieran personajes como José Martí -de quien se recitan una infinidad de proverbios en todo lo largo y ancho de la isla, como una forma excepcional de sabiduría popular-, Maceo, Julio Antonio Mella, entre muchos otros cubanos, que Fidel junto con el Movimiento 26 de Julio (M26), formularán un programa político como propuesta pedagógica-popular de liberación, en el que el pueblo cubano se reconociera a sí mismo, sintiéndose identificado con el programa de los revolucionarios, y comenzara a entenderse como la continuación de una lucha histórica por la liberación económica, política, moral e incluso espiritual de su nación. En este sentido, vale la pena estudiar las propuestas filosóficas, éticas y políticas de Martí para comprender no sólo la posibilidad de la liberación de Cuba, sino que también de todo Nuestro Continente Americano.

Además, tenemos que conectar con la identidad profunda de los pueblos y naciones a lo largo y ancho de nuestro territorio mexicano, sus experiencias más avanzadas de organización, y su propuestas programáticas que con el paso del tiempo se convirtieran en parte del sentido común de la población, como sucedió con el pensamiento de Flores Magón y Emiliano Zapata en relación a las luchas de la población indígena y campesina, expresadas en dos frases de todos conocidas: “Tierra y Libertad”, y  “La tierra es de quien la trabaja”.

Rescatar del olvido y compartir la actualidad del pensamiento y experiencias de mujeres y hombres como la profesora, poeta y general zapatista Dolores Jiménez y Muro, autora del Plan de Tacubaya y del prólogo al Plan de Ayala; volver al pensamiento geopolítico y antiimperialista de Pancho Villa, así como del jornalero migrante y sindicalista César Chávez, hoy evidentemente más necesario y vigente por la llegada de Trump a la presidencia de Estados Unidos; recordar a la feminista y sindicalista Benita Galeana, quien luchara por los derechos de seguridad social, jornadas de ocho horas, y otros derechos laborales, que con las reformas estructurales de Peña Nieto se nos están arrebatando, además de que hoy como nunca antes en nuestra historia, se violenta y asesina a las mujeres como condición para el funcionamiento del proyecto neoliberal; tener presente al General Lázaro Cárdenas del Río, defensor de la soberanía nacional, en la hora en que el capital trasnacional ha vuelto a hacer suyos nuestros recursos naturales y todo nuestro territorio, como se denuncia en el comunicado del EZLN “Que retiemble en sus centros la tierra”.

En síntesis, es a partir de las identidades y memorias colectivas de lucha locales y nacionales de donde podremos bosquejar y reconstruir nuestra identidad como pueblo mexicano, sumamente diverso y por lo mismo, inmensamente rico en experiencias e historias que deben abonar a la articulación del sujeto comunitario desde las mayorías nacionales.

2. La educación, la formación y la razón como herramientas indispensables para la refundación naciona

“La ignorancia mata a los pueblos, y es preciso matar a la ignorancia.”
-José Martí

Desde que inicia la gesta revolucionaria con el asalto al cuartel Moncada hasta el día de hoy, fue y ha sido central la educación del pueblo cubano. Hablamos de una educación en sentido amplio, abarcadora de los ámbitos formales e informales; desde la alfabetización en plena guerrilla de los simpatizantes y militantes campesinos y trabajadores, tarea que pudiera haberse pensado como postergable en aquellos años de lucha; la agitación política y explicación de la realidad por medio de los manifiestos, discursos, periódicos y las radios rebeldes, hasta el desarrollo ejemplar que han tenido las ciencias en Cuba, y en particular, la medicina. En sí, el objetivo no ha sido “el estudio por el estudio”, sino el empoderamiento y el bienestar del pueblo, la autoafirmación de los sujetos que componen al pueblo cubano, proceso del cual se ha decantado la afirmación de Cuba como un pueblo antiimperialista, como condición necesaria para su libertad, situación que puede y debe corroborarse a la luz de los varios y fallidos intentos de intervención militar, golpes de Estado y otras formas de desestabilización, en el contexto del bloqueo orquestado por el imperialismo estadounidense, y al que de manera singular ha resistido el pueblo cubano, unido bajo esta premisa.

Además, Fidel, como buen martiano, comprendió que sería necesario matar la ignorancia, y que para poder ofrecerle una alternativa al pueblo cubano, tendría que ser capaz de ver más allá de lo que aparecía como posible. Una de las grandes enseñanzas que nos sigue dando la Revolución Cubana, y en particular Fidel Castro, es la necesidad de armarnos de la razón y de todos los conocimientos a nuestro alcance, de comprender a profundidad nuestro contexto, de hacerlo con la mayor meticulosidad posible, y siempre aspirando a comprender la totalidad, pues esta es una condición irremplazable para poder conspirar y planear estrategias con posibilidades de triunfar, sobre todo cuando el enemigo se ha autoproclamado invencible y da apariencia de serlo (aunque nunca lo haya sido en realidad).

En la NCCP, el análisis y la discusión ha sido una tarea colectiva, de todas y todos, en la que hemos avanzado a partir del diagnóstico colectivo del Tribunal Permanente de los Pueblos y su dictamen. Es a la luz del proceso y los resultado del juicio al Estado Mexicano por sus crímenes de lesa humanidad, que se decide convocar a la NCCP como movimiento apartidista, político, pacífico, compuesto por la ciudadanía y especialmente por las clases populares, es decir: las y los más afectados por la imposición de los proyectos neoliberales del gobierno y las empresas trasnacionales. Sin embargo, precisamos seguir ensayando y ahondando en nuestras formas de diagnóstico, estudio, formación, preparación y planeación colectiva, pues de esta manera estaremos generando mejores condiciones para poder profundizar nuestra estrategia y táctica con posibilidades de ganar. En este sentido y de manera inmediata, reiteramos la importancia de convocar y realizar los Encuentros de las Resistencias.

Para ponerlo en palabras sencillas: tratar de comprender la realidad con la intención de transformarla, es como quitarnos la venda de los ojos para saber en qué dirección pegarle a la piñata, así creceremos en certeza y fortaleza. Y no podemos esperar a que solo uno se quite la venda para seguirle, todas y todos debemos de manera autónoma aspirar a comprender y pensar cuáles serán los siguientes pasos. Si queremos que nuestro movimiento profundice su vocación democrática, deberá ser tarea de todas y todos educarnos y formarnos de manera recíproca, compartiendo, debatiendo, reflexionando y planeando colectivamente para que nadie vaya atrás, sino que vayamos todas y todos, hombro con hombro y codo con codo.

3. La verdad como principio fundamental de la esperanza

“Decir la verdad es el primer deber de todo revolucionario… ¿Cómo ganó la guerra el Ejército Rebelde? Diciendo la verdad. ¿Cómo perdió la guerra la tiranía? Engañando a los soldados.”

-Fidel Castro

No fueron pocas las acciones del M26 que antes de realizarse, eran anunciadas por Fidel Castro. Cualquiera hubiera pensado que una guerrilla que debería comenzar con 82 guerrilleros, más algunas decenas de organizadores urbanos y rurales, en contra del ejército de Batista, compuesto por 80 000 soldados y una cantidad inmensa de arsenal para el sostenimiento del régimen, era una locura. Pero advertir públicamente lo que se iba a realizar, podría haberse entendido como un regalo invaluable para la dictadura de Batista, y por ende, un acto suicida. La historia muestra lo contrario: Fidel y el M26 no se dirigían a Batista, su mensaje era para el pueblo cubano. Fidel sabía que el pueblo cubano lucharía por su liberación, tenía confianza y certeza plena  -fruto del análisis, del estudio constante, de la observación sin tregua, y de la permanente y atenta escucha al pueblo, así como de la agitación, la propaganda y la educación popular previos- en que las mayorías nacionales, podrían ser sujetos de su propia historia, y que en el proceso de lucha, también se empezaría a gestar la nueva sociedad, en la que la dignidad, la solidaridad, y el trabajo en beneficio de la comunidad, irían adquiriendo un papel central. Ante todo, Fidel siempre se dirigió con la verdad hacia el pueblo cubano, cumpliendo las amenazas que hiciera al régimen de Batista, y es así como pudo crear una esperanza y expectativas de cambio real, lo que en poco  tiempo logró  convertir al pueblo en el actor central de la revolución.

Si la victoria heroica de la guerrilla representó un momento particularmente difícil del proceso revolucionario, sostenerla y profundizarla hubiera sido imposible sin el trabajo voluntario y a marchas forzadas de una infinidad de cubanas y cubanos, y esto a su vez, exigió y sigue exigiendo el que se hablara con la verdad, pues solo cuando se comprende a profundidad la importancia de las tareas que un proceso de transformación nos demanda, podemos como pueblo, asumirlas con verdadero compromiso, e incluso, con la alegría de afirmarnos a nosotros mismos al realizar estas acciones, liberándonos colectivamente por medio de nuestra obra.

Vale decir, que para los horizontes que nos hemos planteado en la NCCP, conviene ir pensando no solo en el valor de la verdad como una actitud que anticipe la nueva sociedad que queremos ser, sino como un arma a la que si renunciamos en cualquier momento, por más breve e insignificante que este pueda parecer, habremos perdido definitivamente.

Son muchas más las lecciones que podemos extraer de Fidel, de Martí, del pueblo de Cuba, y de muchos otros procesos de rebelión de todo el mundo a los que tendríamos que acudir en búsqueda de experiencia y conocimientos para nuestra praxis. Aquí apenas bosquejamos tres, pero invitamos a que se lean y relean con atención los artículos de Pablo González Casanova “Lecciones de Fidel”, y el de Fernando Martínez Heredia “Fidel Vive”, los cuales se pueden consultar en la sección de “materiales compartidos” de este boletín, y que representan reflexiones de las cuales se ha nutrido en gran parte el presente texto,  por lo que agradecemos a los autores.

Sin más, esperamos poder honrar la memoria de Fidel Castro, comandante de la esperanza,  haciendo nuestro su ejemplo, y también siendo críticos de los pasos errados, pues de ellos también hemos de aprender, evitando como sería deseo de Fidel, caer en el dogmatismo, para avanzar en la liberación definitiva y en la transformación social profunda de nuestra patria,  situación en la que podremos acompañar con mayor ímpetu al pueblo hermano de Cuba y a todas las naciones dispuestas a luchar por un mundo más justo y más humano.

¡Por la Refundación Nacional!

¡Hasta la Victoria: Siempre!

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