PISTAS PARA ENTENDER LA RECONFIGURACIÓN DEL NEOLIBERALISMO EN TIEMPOS DE TRUMP*

En la editorial pasada comenzamos a presentar algunos elementos a partir de los cuales se puede confirmar la guerra híbrida que ha utilizado el imperialismo estadounidense para poder perpetuar condiciones en las que pueda seguir garantizando su hegemonía económica y geopolítica por medios militares. En la presente editorial, nos centraremos en algunos elementos que se circunscriben en lo que podríamos definir como la “política interna” de los Estados Unidos y su relación con algunos sectores y grupos empresariales trasnacionales. Nos centramos en estos rubros, considerando que en próximas ediciones, esto nos facilitará una proyección más certera de posibles escenarios geopolíticos y económicos a nivel mundial, en donde será nuestra prioridad tratar de hacer énfasis en las expresiones que estos podrían tener en nuestro país.

Advertencia

Varios de los elementos vertidos en la editorial pasada, así como algunos de los que se introducirán a continuación, nos demandan una vigilancia permanente, pues en el momento actual, aún es prematuro aventurar cuáles serán los rasgos de la reconfiguración por la que está pasando el neoliberalismo, pero confiamos en que a través de un análisis colectivo y riguroso, podremos ir descifrando el panorama al que habremos de enfrentarnos, con el fin de hacer efectiva la esperanza y construir alternativas liberadoras desde los pueblos.

Dicho lo anterior, retomemos algunos elementos de la editorial pasada: Ningún gobierno estadounidense había propuesto en el gabinete a tantos militares (como los generales “perro loco” y Flynn) ni empresarios millonarios como los que al momento ha propuesto Donald Trump (entre los que destaca Rex Tillerson). En dichos nombramientos, sin duda pueden vislumbrarse los rasgos de la política internacional, económica y militar, que intentará implementar Trump, que, para desilusión de muchos analistas, no ha menguado en su visceralidad y fanfarronería. Llegamos a pensar que el discurso grotesco, desmedido, racista, misógino, etc.  de Trump, era sólo un medio para alcanzar la victoria electoral, pero en retrospectiva, podemos estar casi seguros de que no es así.

EU, Rusia y Exxon Mobil, ¿alianzas políticas o negocios?

Ahora bien, en la política interna de los Estados Unidos, aún hay muchos pendientes por resolver. En primer lugar: la selección que hace Trump para su gabinete, debe ser ratificada por el Senado. De manera que, aún cuando el simple nombramiento de Tillerson, por ejemplo, da algunas coordenadas políticas y económicas a partir de las cuales podemos comenzar a analizar posibles escenarios, puede ser que por su polémica cercanía con Putin, Tillerson no fuera ratificado. Aquí podríamos comenzar a especular: ¿Nombra Trump a Tillerson, sabiendo que no llegará a ser ratificado, pero con intenciones de nombrar a otro personaje al que frente a Tillerson se le pueda considerar un mal menor; o en verdad su intención es el nombramiento de Tillerson?… No tenemos los medios para aceverar ninguna de estas dos hipótesis, pero podemos concluir que Trump, Putin y Tillerson (independientemente de su ratificación o no), podrían establecer una agenda de negocios basada en un extractivismo sin precedentes de combustibles fósiles, en los que se augura una continuidad en las guerras de Medio Oriente y desestabilización de América Latina, por tratarse de regiones sumamente ricas en reservas de hidrocarburos. En México, con el gasolinazo que está por darse a principios del 2017, de fraguarse esta alianza de negocios entre Rusia, EU y Exxon Mobil, cabría esperar un crecimiento sin precedentes de los precios del combustible (sí,  aún peores a los experimentados durante el gobierno de Calderón y de Peña Nieto), y por lo tanto, de la pobreza para todo el pueblo mexicano.

Trump, Tillerson y la revuelta de los magnates “antineoliberales”

Sobre Tillerson, vale la pena destacar algunos otros rasgos que nos ayudarán a comprender el “fenómeno Trump”. Exxon Mobil, la empresa de hidrocarburos más grande del mundo, y sin duda una de las transnacionales más poderosas de todos los ramos, nace en 1870,  con el nombre de Standard Oil Company, como propiedad de John Rockefeller. Desde entonces y hasta fechas recientes, la empresa había sido controlada por los Rockefeller, hasta que en el 2004, Rex Tillerson  –que había comenzado a trabajar para la empresa como ingeniero de producción, en 1975- se hace presidente y director de Exxon Mobil, sólo para ocupar posteriormente los cargos de “chairman” (cargo superior al de presidente) y  “oficial ejecutivo en jefe” (CEO, por sus siglas en inglés), los cargo más altos de la empresa. Los intereses de Tillerson diferían marcadamente de lo que los Rockefeller tenían contemplado para uno de sus principales negocios, por lo que intentan desvincular los cargos de chairman y de CEO, para restarle poder a Tillerson, sin obtener los resultados esperados. Es decir, un millonario de poca monta se hizo del control de una de las empresas más viejas y estratégicas de la familia Rockefeller, capitalistas multimillonarios que se han dedicado a concentrar capital por generaciones, y que por lo mismo, aún cuando Forbes los oculté en sus listas de “los más ricos del mundo”, son sin lugar a dudas uno de los principales acumuladores de riquezas de todo el planeta, e inclusive de la historia.

Trump y Tillerson representan a un estrato de los capitalistas trasnacionales, que, aún cuando parezca inverosímil, padecieron a su manera del neoliberalismo, o para ser precisos, no se beneficiaron todo lo que hubieran querido de este sistema. A Trump, magnate con fuertes sumas en el rubro inmobiliario, se le negó la posibilidad de hacer negocios en países como México, ya que la industria hotelera y la secretaría de turismo del gobierno mexicano, fiel siempre a lo establecido en los tratados de libre comercio con América del Norte, no permitieron que el ahora presidente electo de Estados Unidos estableciera el proyecto ‘Punta Arrecifes Resort’ en las costas de Cozumel; es decir, los negocios dentro de este ramo ya estaban reservados para otros monopolios mayores dentro del sector inmobiliario y de turismo. En este negocio fallido, Trump acusó la corrupción del gobierno, que por otro lado, afortunada y excepcionalmente, frente a la presión de movimientos ambientalistas, termina decretando como área natural protegida la zona en la que se construiría el megaproyecto turístico.

Experiencias como esta se presentaron no solo en México, sino en muchos otros países y ramos empresariales. Es a partir de situaciones como estas, que Tillerson y Trump, como millonarios a los que se les bloquea de manera reiterada el ascenso a la cúpula más acaudalada y rapaz del mundo, élite conformada por los  dueños y señores incuestionables de la mayor parte del capital en todas sus vertientes, comenzarán a adivinar cuales son las familias y grupos más beneficiados por los tratados de libre comercio y sus respectivas reformas constitucionales en los países subordinados, por las bolsas de valores, y en general, por el diseño del sistema neoliberal. De ahí el discurso antineoliberal, antisistema, antichino y antimexicano: la competencia despiadada en el reino del mercado libre no les ha permitido seguir destruyendo ecosistemas, explotando recursos energéticos, despojando pueblos, ni sobreexplotar chinos o mexicanos (la mano de obra más barata del mundo) como sí lo hacen los Rockefeller,  los Rothschild, Carlos Slim y Bill Gates, por mencionar sólo algunos nombres y familias.

Considerando lo anterior, debemos tener presente que faltan muchos elementos por asentarse como para poder hacer una lectura más fina de lo que podría suceder durante el gobierno de Trump, podemos tener certeza en que, aún cuando Trump no tuviera la fuerza y alianzas suficientes para implementar algunas de sus propuestas de gobierno, ya ha comenzado a operarse un cambio económico que responde a factores estructurales del neoliberalismo, y en caso de que se postergaran estas pugnas  entre capitalistas, estas seguirán acumulándose. Ha comenzado la revuelta de los millonarios y multimillonarios que aspiran a convertirse en los próximos Rockefeller, para lo cual tendrán que transformar las reglas del libre mercado y formular nuevas reglas en las que puedan seguir enriqueciéndose a costa de la naturaleza y fuerza de trabajo de los pueblos colonizados.

China con miras en América Latina, o sobre cómo aprovechar los vacíos que deje el libre comercio norteamericano

Por lo pronto, la primera seña económica clara es en relación al Tratado Trans-Pacífico  de Libre Comercio (ATP, por sus siglas en inglés), uno de los tratados más añorados por la clase política mexicana, por los grupos económicos-políticos cercanos a Clinton y Obama, así como por varias trasnacionales de base estadounidense y de Asia, que ha quedado sepultado, y con este, por el momento también se suspenden las Zonas Económicas Especiales, uno de los principales proyectos económicos de despojo, superexplotación, ecocidio y control de población, que el regimen peñanietista esperaba poder realizar (al menos una buena noticia). El resultado de esto, en palabras de Ugarteche, Esqueda y Negrete, es que China en la pasada reunión del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) en noviembre del 2016, promovió una “Asociación Económica Global Regional” (RCEP)  además de otro acuerdo desde 2006, conocido como “Área de Libre Comercio de Asia Pacífico” (FTAAP), la cual, con la participación de las 21 economías de APEC, sería el mayor de los acuerdos plurilaterales en marcha. El presidente de China, Xi Jinping, ha expresado de manera enfática, que tanto al RCEP como al FTAAP, deberán integrarse los países de América Latina que estaban contemplados dentro del ATP. Sobre las implicaciones geopolíticas y económicas que se abren para la potencia China en el mercado latinoamericano y mexicano específicamente, así como su relación con Rusia, ambas naciones que durante décadas han sido declaradas por lo estrategas militares de Estados Unidos como las “principales enemigas de la paz mundial”, profundizaremos en próximas editoriales.

Conformación de alianzas y enemigos dentro del nuevo gobierno estadounidense

Es preciso recordar que Obama traía muchos proyectos que, al conformar su gabinete, se vieron totalmente anulados. Hillary Clinton jugó un papel importante para conformar al interior del gabinete, una correlación de fuerzas en las que las propuestas más progresistas de Obama, fueran obstaculizadas, beneficiando en cambio al “establishment”, es decir, a las bancas aliadas de Clinton dentro de Wall Street, como Goldman Sachs, y de otros capitales financieros y de otros rubros; varios de los cuales tuvieron que ser rescatados en la crisis del 2008 con recursos públicos, situación que deterioró de manera notable las condiciones económicas del pueblo estadounidense. Recordemos que al inicio y de hecho hasta casi el final de la campaña electoral de Trump, este no recibió (como era de esperarse) apoyo de los demócratas, pero tampoco los republicanos (su partido) mostraron querer apoyarle. Aún con gran parte de su partido y los principales liderazgos de este en su contra, el magnate llegó a la victoria electoral, lo cual debemos tener presente, ya que incluso ahora que ganó, no parece estarse generando muchas simpatías ni alianzas dentro de ninguno de los partidos.

Además, durante su campaña electoral, si bien logró adhesión de magnates millonarios y multimillonarios con intereses en común, pudiendo ser económicos, como sucede con Tillerson; o ideológicos, dentro de lo que no habría que desestimar los componentes racistas, xenófobos y misóginos; vale la pena recordar que de manera abierto, sólo un empresario del Valle del Silicón -región de Estados Unidos en la que se concentran los principales parques industriales y negocios de “Alta Tecnología”-, se pronunció en favor de Trump. Se trata de Peter Thiels, fundador e inversor de PayPal, miembro del consejo administrativo de Facebook, y con inversiones en fondos de inversión y de riesgo. A esto, podemos sumar que, con los vínculos que pudieran formarse entre Trump y Putin, así como la supuesta intervención del estado ruso en las elecciones estadounidenses, la CIA y el FBI han comenzado a tomar cartas para investigar los supuestos hackeos e incluso no han dudado en declarar que en verdad fueron alteradas las elecciones, lo que podría sugerir que al menos los altos mandos de estas dos instituciones que forman parte de las fuerzas regulares del Estado norteamericano, podrían estar tomando una postura contraria a Trump. Tampoco podemos soslayar que previo a las elecciones, varios integrantes del Foro Davos y del Club Bildelberg, dos de las principales  instancias para la definición de las orientaciones económicas de las empresas más poderosas del mundo, comentaron que desde ambas instancias se veía a Donald Trump como una amenaza para sus intereses, situación que puede confirmarse en lo que hemos llamado provisionalmente como “la revuelta de los magnates antineoliberales”, en párrafos anteriores de esta editorial.

Finalmente, aún cuando desde los sectores dominantes ha habido tantos opositores a Trump, aún no podemos concluir nada, pues es precisamente en estos días previos a la toma de posesión de la presidencia y ratificación del senado, que todas estas potencias y grupos políticos y económicos estarán tratando de ver si es posible hacer negocios con el señor Trump, o sí más vale evitar por cualquier medio que este personaje inverosímil tome posesión. Además, aún desconocemos hasta donde pueda llegar la alianza de «magnates antineoliberales» que con Trump y Tillerson como paradigma, pudieran generar condiciones propicias para la implementación de un programa con posibilidades de reformular el neoliberalismo y dar inicio a un nuevo orden económico capitalista-imperialista.

La historia la escriben los pueblos

A todo esto, falta sumar la oposición que deberá darse y se está dando ya desde los pueblos, tanto al interior de los Estados Unidos, como en todo el mundo. Sin duda, este deberá ser un foco permanente de nuestra atención, pues es desde la base de los movimientos populares, que aprovechando las pugnas y brechas entre las potencias y sectores dominantes, podremos irrumpir como pueblos  para escribir nuestra propia historia, alcanzar nuestra independencia y soberanía definitiva, y estrechar los lazos de la solidaridad, justicia y dignidad para los pueblos del mundo. No cesamos en reiterar que para avanzar en este gran horizonte de esperanza, nuestra primera meta, es la refundación nacional. En este sentido, invitamos a seguir leyendo e indagando sobre lo que acontece en las entrañas del imperio, para saber plantear los caminos por los cuales podremos alcanzar la liberación de nuestra patria. Hoy más que nunca precisamos poder ver lo que sucede en lo local y nacional, a la luz de los acontecimientos globales, y viceversa.


*Agradecemos al compañero Andrés Barreda, quien en conversación con el equipo editorial, ha sugerido la mayor parte de los temas, conflictos y relaciones que se presentan en esta edición. Ya que parte del desarrollo de los temas, y la totalidad de la redacción de estos en el presente texto ha sido responsabilidad del equipo editorial del boletín de la Nueva Constituyente Ciudadana Popular, asumimos como propios todos los errores, omisiones y limitaciones de este documento, y esperamos poder generar un diagnóstico cada vez más útil al movimiento, a través de la crítica y aportaciones que recibamos de todas y todos.

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