¿Por qué en México no caen los presidentes?

Descarga el Boletin para Imprmir 26-03-18

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El pasado 22 de marzo, Pedro Pablo Kucynzki, hasta entonces presidente de Perú, renunció a su cargo por haber recibido 4.4 millones de dólares de la empresa de petrolera Odebrecth, de manera ilegal. En México, Odebrecht transfirió 10 millones de dólares para la campaña electoral de Peña Nieto. Pero no es el único caso de fraude. Se han demostrado corrupción con el Grupo Higa -el caso de La Casa Blanca; con las  empresas españolas OHL y Aldesa (esta última la responsable del Pasa Express en Morelos); la portuguesa Mota-Engil y la francesa Alstom. Por si fuera poco, también está el ilegal uso de los fondos de pensiones del ISSSTE para financiar a la constructora ICA y el desvío de fondos de a Sedesol por 190 millones de dólares en la llamada Estafa Maestra. Sin embargo, ¿Por qué no renuncia Peña Nieto?

En toda América Latina es común que por crisis políticas se llegue a deponer del cargo a los presidentes, pero en México ninguna masacre -y hay varias-, ni casos de desaparición forzada, ni magnicidios, ni corrupción, ni fraudes han llevado a que caiga un Presidente. El último Presidente en México que renunció fue Pascual Ortíz Rubio hace 86 años ¿Por qué en México no caen los presidentes?

Porque el sistema de dominación que existe aquí es uno de los más fuertes del mundo. Hay un pacto profundo de impunidad. Todo desde el poder constituido, nada por fuera de él. Existe la alternancia de partidos, siempre y cuando no se alteren los privilegios de los ricos y poderosos. Las oposiciones que son reconocidas por los dominantes como tales, resultan ser fracciones de ellos, cercanos por su identidad política, racial y/o económica. Las oposiciones sostienen el pacto de no plantear nunca alterar de fondo las estructuras de poder. Saben que pueden disentir, pero siempre dentro de los márgenes establecidos y siempre que no se toquen a los más poderosos. Por eso hoy, hasta en sus promesas de campañas incluyen el no meter a la cárcel a Peña Nieto.

En México no caen los presidentes porque los fraudes y el sistema electoral impide que dentro del sistema se constituya una verdadera oposición. No caen porque los sostienen el gobierno de Estados Unidos, las grandes trasnacionales para las que trabajan y los grandes ricos de México, que son de los más ricos del mundo.

El poder del presidencialismo en México golpea el imaginario social, haciéndonos creer que todos los cambios importantes vendrán por el Presidente, y esto ayuda a preservar la imagen de que son intocables. También tenemos muy incorporada la idea, que viene de Porfirio Díaz, que el pueblo no está maduro para gobernarse.

En México no caen los presidentes, porque si cayera uno, ninguno podría sostenerse.

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