La soberanía del pueblo, el fundamento de la lucha por la nación

Por José Morales
Integrante del Consejo Estatal de la NCCP en Chiapas

 El artículo 39 de nuestra constitución política mexicana dice que, «todo poder público emana del pueblo y se instituye para beneficio de este», con esto entendemos que la máxima autoridad dentro de la sociedad es el pueblo, son los acuerdos por vía democrática y tomados en colectivo los que tienen que decir cómo y por donde hay que ir. Es de suma importancia tanto en lo rural como en lo urbano, la organización, pues como ya vimos, es de ahí donde nace la fuerza y donde se debe acordar la forma de vivir en sociedad.

Los impulsores del sistema capitalista saben que la unidad y formación son los que le dan fuerza a los pueblos para defenderse, por eso tratan en todo momento y por todos los medios posibles, mantener dividida a la sociedad para lograr sus objetivos, trabajan día y noche para que como ciudadanos se nos olvide que tenemos el poder y el deber de hacer algo por nuestro sufrido pueblo. Por eso tenemos que retomar con mucha responsabilidad la tarea que como miembros de esta sociedad tenemos, que es la de tomar las riendas de nuestro país y que sean los miembros de este gran pueblo mexicano, quienes organizados desde las comunidades, sindicatos, congregaciones, colectivos, ejidos, organizaciones, barrios, parajes, rancherías etc., los que digan cómo debe ser el orden social que queremos y necesitamos, desde las distintas realidades en que vivimos.

Para que esto sea posible, será necesario tener la capacidad de aceptar a los demás y vernos como hermanas – hermanos, ver las diferencias no como un obstáculo, sino como una riqueza y así lograr la unidad, esa unidad que nos llevará a formar el mundo que queremos, donde todas – todos podamos desarrollarnos libremente sin dañar a nuestros semejantes. La unidad no será fácil de conseguir, sin embargo tampoco algo imposible o irrealizable, SI SE PUEDE!! SI SE PUEDE!!. Lo que pasa es que, no es que el pueblo no se de cuenta de las injusticias, si las ve y está harto, cuántas veces ha creído y se ha sumado a las propuestas de lucha que se han dado. Al final el pueblo es al que menos se toma en cuenta o quedan en último término, o cree en alguien que promete infinidad de cosas tratando de ganar el apoyo popular, y cuando este alguien llega a un puesto se olvida de sus promesas y en vez de atender las necesidades de la sociedad, se vuelve indiferente, tirano y abusivo, viendo al pueblo como una masa de acarreados que puede mover a su sabor y antojo. Muchos logran mover a la gente tan solo con mentir, creándose así en la sociedad una terrible desconfianza a diestra y siniestra. En la mente del individuo se crea un gran mal que es el individualismo, y sin gritarlo, tristemente resuena en nuestros oídos el, «sálvese quien pueda» resultado de las traiciones y decepciones que ha sufrido la sociedad. El pueblo merece respeto y hay que demostrárselo siendo congruentes con lo que decimos y hacemos. Tenemos que ser fuertes ante cualquier adversidad y actuar siempre en equipo, para rescatar la confianza y luchar para crear el gran sujeto social que vele por su bienestar y que no mendigue su derecho, sino que lo haga posible y lo haga valer.

Caminemos con entusiasmo y no perdamos la fe en la victoria, trabajemos con optimismo por este sueño, que aunque se ve lejos, seguros estamos de que llegaremos, pues con la NCCP lograremos la unidad y junto a ella veremos un mundo nuevo nacer. Luchemos para ser los sujetos de nuestra propia historia, junto al pueblo, con el pueblo y para el pueblo.

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