Por si Ernesto…

Se dice en la Constituyente

Boletín versión para imprimir- NCCP 18 de junio

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Por si Ernesto…

Cuando nos detenemos a pensar en la difícil situación que vive México, solemos concentrarnos en mirar el desastre ocasionado por quienes dominan, aplastando y matando al pueblo. Casi nunca vemos cómo esa dominación ha calado tanto en nosotros que, cuando luchamos, nuestras propuestas, discursos y prácticas suelen contentarse con ser una forma pequeña y débil de la política de los grandes señores, de los traidores a la patria.

Quienes luchan desde Morena, para evitar que se le condene a su candidato por populista y seguidor de Hugo Chávez (ex presidente de Venezuela y revolucionario latinoamericano), terminan legitimando a un Estado criminal como el mexicano y, de paso, denigrando al proceso venezolano, uno de los más heroicos de donde tenemos tantas lecciones por recuperar. Dicen que en México no puede haber una “dictadura” como Venezuela, porque hay “división de poderes”, “democracia” y “un poder judicial independiente”. De repente, en aras de que no se les “confunda” con Chávez, terminan defendiendo al sistema que puede operar en las elecciones en su contra y que estructuralmente es antidemocrático -fraudes electorales incluidos- y que todo medio legal e ilegal para ejercer su dominio en contra del pueblo.

Por otra parte, quienes tomamos distancia de la lógica electoral y construimos procesos populares por otras vías no estamos exentos de haber interiorizado también esa dominación. En muchos casos, hasta como mecanismo de defensa, rechazamos no sólo la lucha por toda Latinoamérica, sino también por nuestra nación y hasta renunciamos a reivindicar a los héroes y heroínas nacionales. Nos contentamos con pelear en un pequeño pueblo, sin buscar alianzas con otros. Reducimos el sufrimiento por la humanidad y los sentimientos potentes que eso despierta, por nuestro dolor local. Rechazamos la política, por ceder que toda política es como la de los dominadores, y al negar lo político, rechazamos la lucha por el poder y terminamos desarmándonos. Nuestras luchas, aisladas y débiles, sin plantearse la disputa política, concluyen definiendo sus triunfos en la medida en que el Estado nos reconoce como grupos que le demandan que les solucione sus demandas. Nos contentamos cuando un funcionario nos recibe y promete “dar atención a nuestro caso”. Sumidos en esa trampa, condenamos cualquier acción que “rompa” con la simulación de diálogo que nos ofrece el Estado. Nos espanta y repudiamos la violencia popular, mientras no cuestionamos nunca la violencia que viene de los dominantes y de sus grupos de delincuentes, porque esa sí se nos hace normal.

Hemos sido derrotados culturalmente. Pero, si acaso nos atreviéramos a romper con esto, entonces tendríamos que encontrarnos con el ejemplo, el pensamiento y la acción de Ernesto Che Guevara. A 90 años de su nacimiento, lo que dejó de impronta en una intensa vida (murió en 1967, a los 39 años) seguirá siendo tan útil para los pueblos que luchan, tan subversivo que, de manera reiterada, con el uso burdo de su imagen, pretenden arrebatarnos lo que el Che puede darnos para salir de esa derrota.


La Constituyente propone…

En tiempos de derrota, en los que la oposición incorpora como propio el discurso de los dominadores, tenemos que rescatar al Che. Él nos convoca a ser desafiantes de lo existente, ir siempre más allá de lo que aparece como posible. Aspirar a la liberación total de nuestros pueblos y no menos.

El Che nos invita a luchar por toda América Latina y los pueblos que sufren. El Che es un anti imperialista clave para enfrentar este momento en que el imperio se vuelve más violento. El Che nos demanda no quedarnos en las fronteras nacionales, porque sólo una lucha intensa, desplegada en todos los pueblos podrá triunfar contra el capitalismo. Pero el Che nos llama también a luchar por la nación, defenderla y arrebatarles todos los símbolos nacionales a los dominadores en el camino de arrebatarles todo el poder. En eso, su paso por Cuba y la huella que imprimió a la revolución cubana, la manera en que recuperó el pensamiento nacional cubano, nos da pistas importantes.

Su actuar en colectivo y su moral revolucionaria son elementos que debemos hacer nuestros si queremos enfrentar de manera eficaz al capitalismo. Su reflexión sobre el desafío de crear una mujer y un hombre nuevos en la lucha por la liberación nacional y social tiene vigencia y pertinencia aún hoy, en los tiempos tan oscuros que vivimos.

Su lucha nos da las más valiosas lecciones de cómo la entrega y la determinación personal se vuelven claves para superar todas las adversidades. El Che es un maestro de la lucha de los pueblos, nos ayuda a pensar en las estrategias, en las vías de transformación de los pueblos y en la fuerza necesaria para realizarlas, sin falsos moralismos y por fuera de las modas de las ongs, las fundaciones y los partidos políticos, que son parte del sistema de dominación.

El Che nos llama a salir del desarme cultural y teórico en el que estamos para pensar las formas de transición anti capitalistas y de liberación total. Nos da herramientas para actuar en consecuencia en el aquí y en el ahora, porque esa lucha se da en la oscuridad del presente y no en un luminoso futuro que nunca existirá si no hacemos algo hoy.

Sirva esto tan sólo como una invitación a acercarnos al Che, romper con las formas en que se nos quiere presentarle. Hoy tenemos que recuperar al Che. Esa es una tarea de todos, de las y los constituyentes y de los mexicanos, hoy y siempre, hasta la victoria.

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