Alpuyeca Resiste: Continúa la lucha por la vida, el territorio y la autodeterminación

Nosotros y nosotras los dueños del territorio indígena de Alpuyeca Morelos, iniciamos una lucha contra un basurero a cielo abierto ubicado en las afueras de nuestro pueblo y en las cercanías de uno de nuestros principales lugares sagrados: La zona arqueológica de Xochicalco. Este tiradero estaba aguas arriba en tierras comunales del pueblo hermano de Tetlama. Esta lucha contra los cinco Municipios de la zona conurbada que ahí depositaban sus residuos sólidos (Cuernavaca, Emiliano Zapata, Temixco, Jiutepec y Xochitepec) comenzó como un acto instintivo de sobrevivencia. Hacían ya tres semanas que todos los días la campana de nuestro pueblo repicaba de duelo nuestros muertos eran de entre 30 y 50 años de edad. Eso comenzó a llamarnos la atención y entre nuestras pláticas en la iglesia, el mercado, el rio, las calles, las escuelas,  nos preguntábamos que estaría pasando, cuando nosotros nacimos el basurero ya estaba ahí e incluso lo considerábamos parte de nuestro paisaje, además de los templos de Xochicalco a la par se levantaban montañas de basura. A alguien se le ocurrió pensar que tal vez el cáncer de nuestros difuntos era el tiradero y nos reunimos en asamblea comunitaria que nombró una comisión de 20 personas para que investigará acerca del tema, a la par fuimos enviando documentos a la Comisión de agua y medio Ambiente del Estado de Morelos que  en ese entonces era  gobernado por el panista Marco Antonio Adame Castillo y fungía como secretario de gobierno Adrian Rivera que años más tarde conoceríamos como “el zar de la basura” pues él mantenía el control de todo el dinero que ingresaba al basurero. En una siguiente reunión la comisión encargada nos informó sobre los tiraderos a cielo abierto y sus impactos a la salud. Eso generó en nosotros y nosotras una gran indignación y coraje y acordamos ya no dejar pasar los carros que iban con basura al tiradero. El 18 de Marzo salimos a la carretera Federal a Grutas que es la que atraviesa nuestro pueblo alrededor de 500 personas entre niños, adultos mayores y una gran mayoría de mujeres resueltas a detener los carros con lo único que teníamos: nuestro cuerpo y nuestra vida. El gobierno nos llamó tratando de convencernos de que el basurero era un mal necesario, llamó a los pepenadores y les dijo que por nuestra culpa ellos (los pepenadores) se quedarían sin empleo; era común ver en nuestra comunidad a pepenadores hostigándonos afuera de nuestras casas e incluso amenazándonos con pistola en mano. La asamblea comunitaria del 24 de Marzo decidió que ya no solo bloquearíamos el paso a los carros si no que ahora tomaríamos la carretera México Acapulco que es la que pasa de una de nuestras colonias afuera del pueblo, tardamos ahí dos días exigiendo el cierre y el 26 de Marzo de ese año llegamos al primer acuerdo: El gobierno tenía 45 días a partir de ése para declarar el cierre técnico del tiradero (ésto quería decir que no sólo bastaba con cerrarlo sino también debía iniciar un proceso de biorremediación); Entonces colocamos una gran manta en el zócalo de nuestra comunidad con la cuenta regresiva, así toda la gente manteníamos fresca la idea de que pronto se cerraría, todos los días  cuando el reloj de la torre que está en nuestro zócalo sonaban las doce del medio día quien anduviera cerca cambiaba el número de la manta. Por su parte el gobierno buscó convencer a los comuneros de Tetlama de dejar pasar la basura ahora por su pueblo y les ofreció 1500 pesos mensuales por comunero a lo cual accedieron y no le preocupó cumplir con el acuerdo que tenía con Alpuyeca. Esta acción nos enojó mucho y también generó descontento con el resto de Tetlama pues el beneficio económico era sólo para los comuneros.

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En el día 14 de la cuenta regresiva logramos tener una reunión entre pobladores de Tetlama y la Comisión representativa para el asunto de la basura de Alpuyeca. En la que acordamos que cerraríamos el acceso ahora en Tetlama. Así nuestra campana además de duelo sonaba de rebeldía, cuando oíamos tronido de cohete en el norte era señal de que los camiones venían bajando una curva antes de entrar a Tetlama, entonces nuestra campana sonaba presurosa, concentrándonos en nuestro zócalo y comenzábamos a subirnos en carros particulares, camionetas, taxis o en lo que hubiera para llegar al corral de toros de Tetlama donde nos esperaban ya cerca de 300 compañeros por un lado y por el otro alrededor de 100 policías estatales, ambulancias y ministerios públicos seguidos por caravanas de trailers de basura dispuestos a atravesar el pueblo para llegar al tiradero. Entonces, el dolor por nuestros muertos se volvía indignación y la sonrisa de nuestros vivos se transformaba en una dulce esperanza de seguir viviendo. Esto se repitió muchas veces y a la par fuimos construyendo proyectos comunitarios de resistencia, hicimos centros de compostaje familiares, decidimos por asamblea que los comercios no darían bolsas de plástico o uniceles y los que se generaran por una imperiosa necesidad tendrían que colocarse en las afueras de las esquinas previamente designadas para que los pepenadores pudieran recogerlas y de esa manera ayudarnos todos. Tuvimos que volver a prácticas ancestrales en las que para las fiestas nos intercambiamos platos vasos y cucharas, formamos una vajilla de 1000 platos reutilizables que le daban la vuelta a las fiestas familiares que teníamos.

 Al llegar el día cero nos concentramos en el zócalo y cuando el reloj marcó las doce, nos reunimos en asamblea y decidimos ahora no sólo bloquear el paso de los camiones de basura sino toda la carretera México Acapulco a la altura de lo que conocemos como “Los Pericos”. La presión para el gobierno por parte de la ciudadanía de  no tener un lugar donde depositar sus residuos, así como los comercios y  la zona industrial de Jiutepec, generaron la crisis de basura más grande en la historia de Morelos y nos dió como resultado  que el 12 de Junio del año  el gobierno de Marco Adame envió un documento al Congreso del Estado en el que explicaba que no tenía competencia ni capacidad para negociar con las comunidades de Alpuyeca y de Tetlama y firmar un acuerdo que pusiera fin a la problemática iniciada desde Enero. Finalmente, el 16 de Junio del año 2006 el Congreso del Estado declaró el cierre Técnico del tiradero de basura a cielo abierto de Milpillas, Tetlama. Iniciaron los trabajos de borremediación pero jamás se concretaron. Hoy en día tenemos 90000000000 de toneladas de basura cubiertas con tierra lixiviando y elevando gas metano a la atmósfera. Está demás decir que el gobierno tiene una deuda ambiental con nuestros pueblos y sobre esa deuda hoy, a 11 años de incumplimientos pretenden echar a andar una planta de valorización que no es otra cosa más que un basurero, que fueron instalando sigilosamente y con la complicidad del gobierno municipal de Xochitepec en las afueras de uno de nuestros lugares sagrados que es Palo Bolero donde brota uno de los grandes afluentes de nuestro Río, el proyecto contempla la llegada de 180 toneladas de basura por día para triturarla y enviar lo sobrante a un incinerador que generará combustible para los grandes hornos de la cementera Cruz Azul que se encuentra en el Estado de Hidalgo.
El pasado 3 de marzo de 2017 ya tuvimos nuestra primera asamblea comunitaria y decidimos que por el respeto al derecho a la vida y a un ambiente sano la basura no entrará a esa planta.
Ya enviamos el acta de asamblea al gobierno del actual gobernador Graco Ramírez Abreú fijando nuestra postura y exigiendo la salida inmediata de la maquinaria de nuestro territorio.

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